Geovanny Basantes ha medido el paso del tiempo de una manera inusual. Ahora, cuando mira que niños y jóvenes pegan, sin mayores trámites, los cromos adhesivos en los álbumes del Mundial de Brasil 2014, recuerda el proceso que él, cuarenta años atrás, tenía que hacer para cumplir el mismo ritual.
“En mi tiempo usábamos engrudo o la baba de la papa cocinada para pegar”, dice este riobambeño de 44 años, que en su niñez descubrió el ‘hobby’ que iba a marcar su vida: el coleccionismo de figuras deportivas.
En 1976, año en el que este aficionado empezó a recopilar, Panini ya había publicado dos álbumes oficiales de la Copa del Mundo, pero acá en Ecuador eran desconocidos.
Basantes, quien trabaja como consultor empresarial independiente, recuerda que entre las primeras publicaciones oficiales de la marca italiana estuvo la referente a México 1986, traída por una cadena de supermercados. Aquella, rememora, fue también la pionera en tener cromos adhesivos y por eso contó tanto éxito.
‘Deportes’ es el título del primer álbum que completó este hincha que divide su afición entre Olmedo y Liga de Quito.
Los cromos de papel periódico de esta colección son alusivos a los equipos del fútbol ecuatoriano de 1976, algunas selecciones internacionales y figuras del box, como ‘Clay’ Bolaños, y del automovilismo, como Fausto Merello.
Cada sobre de cromos de este primer álbum costaba 5 reales (50 centavos del antiguo sucre). En una peluquería vio el anuncio de venta de esta colección. Le impactó tanto que se propuso completarla. Para conseguir el dinero necesario, Basantes, pese a sus 6 años, tenía que hacer un esfuerzo extra a sus tareas escolares.
“Mi abuela tenía un restaurante de pollos y ayudaba a servir a los meseros. Me daban propinas, completaba el dinero y corría a comprar los sobres que venían con cuatro cromos”, recuerda.
Así, entre platos, presas y cubiertos logró llenar el primer álbum de su vida.
Fue solamente el comienzo. Hasta 1982 colectó no solamente álbumes sino también revistas, pósteres, cualquier publicación futbolística nacional o internacional. Lo hizo en forma accidentada, pues su padre consideraba que era un “vicio” e incluso llegó a romper algunos de sus objetos.
Pero la vida le deparó algunos cambios. “Por una época me olvidé de mi ‘hobby’. Entré a la universidad y me gradué. Cuando me vine a Quito, mi mamá me tenía guardados mis álbumes de la niñez”. Ahí renació su colección.
No dudaba en consumir cantidades de gaseosas (“creo que por eso ahora tengo gastritis”) o cualquier otro producto para conseguir cromos que aparecían en promociones de diversas marcas.
Volvió con tal fuerza que incluso hoy llena álbumes de años pasados, gracias a un banco de más de 10 000 cromos que tiene de respaldo. “Cuando estoy estresado, lo que hago es pegarlos y los voy llenando. Así me distraigo”.
Tanta experiencia, le da la autoridad suficiente como para recomendar una táctica a los coleccionistas. “Apenas comience la colección, hay que comprar una caja completa de cromos, así será más sencillo”.
Pero no todo ha sido desestrés y alegría. Una vez le asaltaron y, junto con varias pertenencias, le robaron tres álbumes llenos, de diferentes marcas, del Mundial 2002.
Los lloró más que la ‘laptop’ que se fue con los ladrones. “Ahí pensé en que esto no valía la pena, que no tenía sentido. Me enfermé incluso, pero vinieron mis papás, mis hermanos y decidí seguir, tras pasar ese mal momento”.
Otra vez, por culpa de un mal momento económico, siguió la recomendación de un compañero, quien lo motivó a buscar un interesado en adquirir toda su recopilación de figuras. Apareció un portugués, que llegó a ofrecerle USD 12 000 por todo el inventario. Finalmente, decidió no vender.
Le preocupa que la colección pueda declinar. Es que tiene tres hijas que no están muy atraídas por el tema. Entonces, se esperanza en otra manera de que el legado sobreviva. “Cuando tenga unos 70 años, quisiera donar la colección (de cerca de 100 álbumes) a alguna institución que quiera guardarla”.
Aparte de la nostalgia por los años del engrudo, Basantes agradece la enseñanza de constancia y disciplina que le dejó su afición. “Llenar un álbum es como subir una montaña. No es lo mismo hacerlo con esfuerzo propio que con un helicóptero, uno aprende a valorar todo lo que hace”.
Basantes: Está interesado en formar un grupo de coleccionistas, algo usual en otros países, pero que acá no existe.
Su récord: De inversión es USD 150, que pagó en Lima por una recopilación de lujo que lanzó Panini de sus álbumes mundialistas.
- Cuando tenga unos 70 años, quisiera donar la colección a alguna institución que quiera guardarla“.