Jimmy Pinoargote, el árbitro tricolor que dirige en los Grand Slams
El árbitro ecuatoriano posa con el uniforme de la Federación Internacional, en el Centro Nacional de Tenis, en Urdesa, norte de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
Jimmy Pinoargote suele estar en el rectángulo de juego 20 minutos antes del inicio de los partidos que dirige. El ecuatoriano es juez de la Federación Internacional de Tenis (ITF) y en su experiencia acumula partidos en importantes torneos del circuito ATP como los Grand Slam de Wimbledon, Roland Garros, y el US Open.
Debido a su trabajo, el árbitro, nacido en Salinas hace 35 años, pasa por lo menos 30 semanas fuera del país, dependiendo del calendario que establezca la ITF. Es la única autoridad ecuatoriana con escarapela Bronce, que le habilita para dirigir juegos de carácter internacional.
Cuenta que llegó al arbitraje por casualidad, él practicaba hasta su adolescencia en el Salinas Country Club. Con 16 años tuvo su primera experiencia como juez de línea, en la serie de Copa Davis en la que Ecuador derrotó a Argentina, en 1999.
Aún era estudiante del colegio Rubira, en Salinas, por eso sentía nervios al momento de tomar decisiones en los partidos que disputaron los ecuatorianos Nicolás Lapentti y Luis Adrián Morejón, contra los gauchos Mariano Puerta y Mariano Zabaleta.
“Esa Copa Davis me marcó, tuvimos grupo Mundial, que se jugó entre Salinas y Guayaquil. Por acá estuvo Tim Henman, Greg Rusedski… Yo era fanático del tenis y estar con esos monstruos que veía en la televisión fue algo magnífico”, relata emocionado el juez, que viste camisa polo con el logo de la ITF y un pantalón crema .
Entre risas cuenta que se quedó con las ganas de pedirles autógrafos y fotos, puesto que en las capacitaciones para jueces, se les impide intimar con los deportistas para garantizar la transparencia de sus decisiones.
Durante esa serie ante Argentina, en Salinas, uno de los árbitros de silla era el brasileño Roberto Browne, con quien luego entabló una buena amistad. Durante la semana, ellos compartieron como jueces de la serie de Fed Cup, que se disputó en Guayaquil.
Browne es uno de los testigos del crecimiento del ecuatoriano, al que calificó como un buen compañero y un profesional competente. El brasileño recuerda, entre risas, lo temeroso que lucía Pinoargote en su debut y lo rápido que ganó confianza.
En el 2015 viajó a París, para su primer Roland Garros y sintió que cumplió su sueño. “Cuando eres aficionado al tenis sueñas con algún día estar como espectador en estos torneos, yo estuve en los mejores asientos, como juez de silla y como juez de línea”, contó.
Su memoria es mala según dice, por eso no recuerda a los jugadores que dirigió en su primer partido de Grand Slam. “Seguramente fue en la qualy”, dijo entre risas mientras trataba de transportarse a ese momento de su historia.
Luego de eso tuvo un recorrido por los cuatro Grand Slams. US Open, Australian Open, Roland Garros y el sábado pasado llegó país después de dirigir en Wimbledon, campeonato que terminó con Novak Djokovic como campeón.
Evita hablar de las personalidades de los tenistas top, porque su posición como juez activo se lo impide. Pero reconoce que hay jugadores más exigentes que otros y que debe adaptarse a las condiciones de cada uno, para que los partidos salgan bien y él pase desapercibido.
Su tía Glenda era profesora de inglés, tenía una academia del idioma en Salinas, ella le ayudó a perfeccionar el lenguaje. Gracias a eso puede comunicarse con los deportistas en los torneos internacionales. “Mi inglés no es perfecto pero me hago entender”, bromeó.
Así como dirigió a figuras consolidadas, también le tocó ver el crecimiento de otros. Uno de ellos es el alemán Alexander Zverev, a quien dirigió en la final de la Copa Davis Juvenil, en el 2015, y que ahora es el tercer mejor tenista del mundo, según la ATP.