Daniel pintado tiene 21 años y es el marchista con mejores tiempos en la prueba de 20 kilómetros. Foto: Xavier caivinagua para el comercio
Su ‘ídolo’ es Jefferson Pérez. Se emociona cuando habla de él, su expresión es de felicidad. Los éxitos del doble medallista olímpico lo motivaron a incursionar en la marcha y ahora pretende emularlo.
Jhonatan Amores sueña con una medalla olímpica. El joven oriundo de Machachi (Pichincha) se alegra al contar que Jefferson le entregó la placa de Mejor Deportista Juvenil del 2016, otorgada por el Comité Olímpico Ecuatoriano. “Fue emocionante recibir la distinción de manos de una superestrella de la marcha mundial”.
Según Pérez, Amores vive una experiencia parecida a la suya. “Cuando Mario Pons (exciclista) me presentó a Jorge Delgado Panchana (cuarto en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, en 200 m mariposa) fue una gran emoción”. A su criterio, es algo normal, pero él debe saber que “los ‘ídolos’ son de carne y hueso, que se entristecen y sienten frío”.
El andarín pichinchano está ilusionado. Los relatos de Pérez son su motivación. “Jefferson me dijo que cuando fue a los Juegos Olímpicos de 1996 solo él tenía carne en su plato y no su familia, pero esa realidad cambió a su retorno de Atlanta”. Ese ejemplo quiere aplicarlo con perseverancia.
Hace tres semanas, el andarín pichinchano llegó a Cuenca con la idea de aprovechar al máximo su último año como juvenil. Su anhelo es recibir consejos de Pérez, a quien un grupo de marchistas solicitó asesoramiento para la conformación de un equipo multidisciplinario.
En ese grupo están Amores, Mauricio Arteaga y Daniel Pintado. Los dos últimos participaron en los Juegos Olímpicos del año pasado en Brasil. El mejor atleta ecuatoriano mantiene conversaciones con algunos profesionales que trabajaron con él, por pedido de los deportistas.
Mientras el proyecto se concreta, el vicecampeón mundial de 10 000 metros marcha se entrena con Julio Chuqui, quien también dirige a Pintado y a Magaly Bonilla. El técnico contó que, tras dialogar con el padre del marchista, Marco Amores, se formalizó su vinculación.
En su último año como juvenil, el andarín de 18 años se plantea ser campeón de la Copa Panamericana y del Panamericano de Marcha Sub 20, previstos para el 15 de mayo y 21 de julio en Lima, Perú. Otro reto es prepararse para alcanzar una adaptación adecuada en su transición de 10 a 20 km.
Según Chuqui, la transición implica cubrir el doble de la distancia. “El incremento será paulatino, desde septiembre, en cuanto a volúmenes y distancias. El cuerpo tiene que ir asimilando ese cambio”.
El estratega aseguró que la parte mental es la que más demora en asimilar y para ello se requiere de un psicólogo deportivo. “No hay nada escrito que diga: así es el período de transición, son individualidades”.
El segundo mejor marchista del ‘ranking’ mundial juvenil y líder del escalafón sudamericano está optimista por sus progresos. Entre el 2014 y 2016 mejoró su marca en más de cinco minutos, en la prueba de 10 000 m; mientras en 10 km son más de dos minutos.
Para radicarse en la capital azuaya, el andarín pichinchano se alejó de Rocío Guerrero, quien lo entrenó desde los 9 años. Ella se molestó porque no recibió ninguna notificación de su exdirigido. “El papá vino cuando él ya se fue, no es cualquier atleta, es el vicecampeón del mundo”.
Ahora, en Cuenca, sus compañeros frecuentes en los entrenamientos son Daniel Pintado y Jonathan Cáceres.