Era el minuto 75. El marcador del estadio Atahualpa estaba escrito: Deportivo Quito 2, Barcelona 0.
Hasta antes de ese momento, el delantero uruguayo Waldemar Acosta realizaba ejercicios precompetitivos en la banca de suplentes. El DT Carlos Ischia, quien no lo había tomado en cuenta en las diez fechas anteriores, decidió que era el momento de su estreno.
Acosta se despojó rápidamente del chaleco y entró al campo con ánimo e ímpetu. Quería mostrarse ante el estratega y los hinchas chullas, que nunca lo vieron en acción de manera oficial.
En ese lapso, el charrúa demostró buen dominio de balón. Demostró que puede ser una alternativa útil para los planes de su entrenador, quien lo aplaudió en el minuto 90+3. Su gol se dio en una corrida que realizó casi desde la mitad de la cancha. Encaró al golero Damián Lanza y sentenció el marcador para los chullas.
El grito de gol fue un desahogo. Como premio, tras la felicitación de Ischia, recibió la aprobación de la afición, con sus aplausos.