Mario Arias, de 10 años, siempre tuvo la ilusión de conocer al futbolista Patricio Urrutia. El infante, cada fin de semana, mira por televisión los partidos de Liga de Quito en la parroquia Huambaló, en el cantón Pelileo (Tungurahua).
Por eso, el jueves pasado se sentó al filo de la cancha, en una baranda metálica, para observar atento el entrenamiento del equipo en el complejo de Pomasqui, en el norte de Quito.
Cuando salió de la cancha, ‘Marito’, como le llaman sus amigos, corrió a fotografiarse con su ídolo. Se emocionó y le dio su mano. “Yo quiero ser un futbolista como Damián Manso. Siempre me gustó Liga de Quito. Por eso mi papi me inscribió en la escuela de fútbol que funciona en Ambato”.
Una de las iniciativas impulsada por la dirigencia de Liga de Quito es abrir escuelas de fútbol para captar talentos infantiles y al mismo tiempo enamorar más seguidores en otras provincias del país. En las últimas dos semanas, más de 100 niños visitaron el complejo de las escuelas que funcionan en Tungurahua.
Los niños corretean por los patios de las instalaciones. Cuando el equipo termina los entrenamientos, todos los jugadores se alinean detrás de los pequeños para la foto del recuerdo.
Gonzalo Arévalo, padre de familia, que acompañó a su hijo, sonreía al ver cuando su hijo Jostín le abrazó al delantero argentino Ariel Nahuelpan.
Santiago Jácome, gerente del equipo, detalla que los encargados de las escuelas coordinan con los dirigentes las visitas. En otras oportunidades incluso se programan partidos amistosos con los equipos de las divisiones formativas del conjunto merengue.
“El propósito es que los niños tomen cariño y se conviertan en hinchas de Liga. Queremos tener hinchas en otras ciudades”, manifiesta Jácome. Además de Tungurahua, hay escuelas en el Valle de los Chillos, Riobamba, Manta.
Al complejo de Pomasqui también acuden los socios y pueden mirar los entrenamientos.