Hernán Barcos se reencuentra con su familia en Córdoba (Argentina) solo dos veces en el año. Él viaja entre junio y julio y en las festividades de Navidad y de Año Nuevo.
Así de complicada es la vida del futbolista, asegura el ariete gaucho, que logró con Liga el título ecuatoriano este año.
El trajín en esta temporada para los integrantes del plantel universitario fue intenso. Alejarse de sus familias y afrontar constantes concentraciones, viajes, lesiones, sanciones, etc., forman parte de la rutina en la vida del jugador profesional.
Fabricio Pesántez, del departamento de Marketing de la ‘U’, bromea al decir que perdió la cuenta de la cantidad de viajes que realizó el plantel fuera de Quito en este año en el torneo local, en la copa Suruga Bank, Recopa Sudamericana y en la Copa Sudamericana. Pero recuerda que los futbolistas siempre lucían sonrientes en los vuelos.
Liga, por los torneos internacionales, entre agosto y noviembre realizó viajes a Japón, Chile y tres veces a Argentina. En el año, por el campeonato nacional se desplazó cinco veces a Guayaquil, dos a Cuenca, dos a Manta, dos a Ambato, dos a Riobamba, dos a Santo Domingo (las tres últimas vía terrestre).
“Así es la vida del futbolista. Desde cuando empezamos a jugar sabemos a qué nos exponemos”, afirmó Barcos, quien jugó en Serbia y en China. El ariete, que defendió al Olmedo riobambeño entre el 2006 y 2007, tiene 26 años y está casado desde los 22. Él argumenta que “solo es cuestión de costumbre”.
Lo que más afecta a los futbolistas es el traslado. Este año pasaron cerca de 91 horas dentro de los aviones, sin contar las horas de espera en los aeropuertos ni los recorridos en los buses.
Pesántez sostiene que por eso siempre buscaron los vuelos chárter, debido a que reducen el tiempo del viaje por ser directos al destino. Junto con Santiago Jácome, gerente deportivo de Liga, revisaban hasta los asientos para ver la comodidad de estos.
Los jugadores de Liga aseguran que de todo el trajín de este año, el más agotador fue el viaje a Japón, para disputar la Copa Suruga Bank, el 4 de agosto. El plantel estuvo 36 horas viajando y otras seis en los aeropuertos.
Para mitigar el cansancio, el plantel tuvo descanso y muchos jugadores optaron por dar un paseo por la capital nipona. El cuerpo técnico, en planificación conjunta con el cuerpo médico, determinó un plan que evitara el exceso de trabajo físico, una adecuada alimentación y ocho horas mínimas de sueño. Lo mismo se aplicó para el resto del torneo, tomando en cuenta la cercanía de la Copa Sudamericana.
Marco Lascano, médico del equipo, pondera el cumplimiento de la planificación. Él resalta que no hubo lesiones graves musculares por el esfuerzo físico ni por los viajes en los jugadores. “Logramos el título nacional. Realizamos buenas presentaciones internacionales y no hay mayores consecuencias qué lamentar”, sostiene el galeno.
“Es normal para nosotros tener este tipo de experiencias. Nos hemos alejado de nuestras familias por algunos días, pero se ponen contentas cuando regresamos. Nos dedicamos a esto solo quienes amamos el fútbol”, opina Franklin Salas. El delantero ha tenido pocas oportunidades de ser titular, pero acompañó al equipo en los viajes al exterior.
Liga cierra el año como una familia, algo que Salas y otros integrantes del club ponderan. Esto se demostró en el último viaje que realizaron este año en grupo. Todo el plantel fue a Guayaquil para presenciar el partido final ante Emelec. En las gradas estuvieron Salas, Pedro Romo, Víctor Estupiñán, entre otros, que no ingresaron en la nómina de concentrados.
“Conozco de casos de jugadores que no han podido presenciar fallecimientos de seres queridos. Pero esta profesión exige eso”, finaliza Barcos.