La primera vez que Andi Caicedo sufrió una lesión grave fue en octubre del año pasado. En un partido de la Sub 18 ante Deportivo Azogues, el defensa del Independiente, que entonces tenía 17 años, saltó para despejar un balón y recibió un golpe en la sien.
El juvenil esmeraldeño cayó y quedó inconsciente cinco horas. Sus compañeros estaban angustiados. Cuando abrió los ojos se sentía aturdido y con un intenso dolor en la pierna derecha.
fakeFCKRemoveEl juvenil debió permanecer la noche en Azogues. Al otro día viajó a Guayaquil en avión y, luego, retornó al Complejo de las Balvinas, en Sangolquí, residencia de los juveniles del plantel.
Cumplió tareas de rehabilitación por tres meses. Pero el dolor persistía. Entonces, una ecografía detectó la grave lesión: ruptura del ligamento cruzado anterior en la pierna derecha.
La lesión lo apartó de las canchas siete meses. Caicedo temió que había llegado a su fin su promisoria carrera en el fútbol. “Quería recuperarme lo más pronto posible. La fisioterapia y las clases en el Colegio Juan Mantovani me ayudaban en esos momentos”.
Lo angustia pasó tras los siete meses. El defensa recibió el alta médica, pero tenía miedo de “volver a meter la pierna”.
Caicedo, quien mide 1,75 m, es defensa y su posición en la cancha le obliga a ‘chocar’ con los delanteros. En su puesto, los jugadores son propensos a recibir golpes.
Por eso, tenía miedo de sufrir otra lesión. Su entrenador notó que su pupilo no rendía bien en la cancha y llamó al psicólogo Carlos Santamaría. El especialista ecuatoriano hizo el diagnóstico. “El problema solo era mental”.
Santamaría, quien trabaja en el equipo desde enero, utilizó una terapia denominada como racional emotiva para ayudarlo.
fakeFCKRemoveCaicedo se recuperó y ahora está tranquilo. Tiene un sueldo fijo y un contrato de tres años.
El problema del adolescente de Esmeraldas, provincia de la cual emigran centenares de jóvenes a Quito con la intención de jugar en un equipo profesional, es recurrente. Tienen miedo a quedarse sin empleo y a perder la opción de jugar en Primera categoría.
Los jóvenes también tienen dificultades emocionales, de comportamientos y de conducta.
Esta realidad se reconoce en los equipos profesionales. Pero solo Liga de Quito, El Nacional e Independiente ayudan y asesoran a los prospectos con un psicólogo.
En el resto de clubes no hay este tipo de ayuda. En la mayoría de las formativas hay problemas económicos. Incluso, los entrenadores no reciben su sueldo a tiempo.
La ‘U’ se preocupó con anterioridad de este aspecto y cuenta con un psicólogo desde el 2005.
Los puros criollos y el conjunto de Sangolquí, que este año debutó en la Serie A, contrataron a un especialista este año. En el cuadro militar, las tareas psicológicas las cumple Guillermo Estévez.
En Liga de Quito la parte motivacional la realiza Shubert Carrera, ex futbolista del equipo y máster en Psicología Deportiva. Carrera presentó un proyecto al club hace cinco años y fue contratado por el directivo Rodrigo Paz. El psicólogo y Mario Yánez, tutor en la residencia de los juveniles, resuelve conflictos a diario.
fakeFCKRemoveUno de los problemas detectados en los tres planteles son los robos de celulares, de dinero y de algunos implementos de los futbolistas de la residencia.
Los psicólogos corrigen los problemas de conducta
En la remodelada vivienda de LDU, en el sector de La Pampa, en las afueras de Quito, viven 26 jóvenes. 18 tienen asegurada su estadía. El resto está a prueba.
Los robos son recurrentes cuando llegan nuevos prospectos. “Los chicos vienen de provincias y de hogares humildes. En su entorno, la violencia, la delincuencia y la pobreza son cosa de todos los días. Por eso, cuando llegan a Quito, robar un objeto parece algo normal”, explica Carrera.
Un caso de este tipo ocurrió hace dos meses. Un juvenil de la categoría Sub 14 estuvo a punto de golpear a un compañero.
El futbolista se enteró de que un compañero robó su iPod (un reproductor de música) y se enfureció. Por eso, buscó al culpable, tomó un palo y estuvo a punto de golpearlo en la cabeza.
iga con una sanción. Existe un reglamento interno para evitar las peleas, los robos, las ausencias a los entrenamientos y el descuido de las tareas domésticas como el aseo de las habitaciones.
Pero también existe la ayuda psicológica. Por ello, Carrera empezó a mantener charlas continuas con el futbolista. “Él evidenció un problema de conducta. Era impulsivo y quería resolver sus asuntos mediante la violencia”.
Para encontrar una solución, Carrera empezó a visitar al jugador en las prácticas. Ahí, le ‘lanzaba’ preguntas. ¿Cómo te sentirías si alguien intentara golpearte? ¿Qué harías para solucionar un robo?, eran las inquietudes.
El médico utilizó esta técnica para que el jugador meditara sobre el problema. “Él debía interiorizar su respuesta. No se le podía amenazar porque eso habría sido contraproducente”.
Los diálogos se realizaban tres veces por semana. El problema no se ha solucionado completamente y el jugador sigue bajo la supervisión de Carrera y Yánez.
Los psicólogos aplican tratamientos personales cuando los casos son graves. Así se solucionó un problema emocional de Jairón Girón, quien juega en la Sub 18 de los universitarios.
Girón tiene 15 años y llegó a probarse en el equipo hace tres años. En la primera práctica, el esmeraldeño sorprendió al entrenador Patricio Hurtado y se quedó en la residencia.
Pero desde que se unió al equipo evidenciaba problemas afectivos. Antes de venir a Quito, Jairón vivía con su padrastro Armando Barahona, en Borbón, Esmeraldas. Su madre Fanny Caicedo dejó al niño bajo el cuidado de su padre ‘postizo’ y viajó a Colombia.
El mediocampista no quería ser una carga económica para su padrastro y vino a la capital con la ilusión de jugar en Liga.
La residencia en la permanencia fue complicada al inicio. Girón y su amigo Luis Batioja, quien ahora se entrena en Primera, eran acusados por sus compañeros.
“Siempre que había un robo nos señalaban a nosotros”, dice Jairón, quien fue suspendido un mes por indisciplina. Luego de esa sanción Girón y Batioja regresaron a la capital.
Carrera charlaba con el futbolista tres veces a la semana . “Él no tenía dinero para sus gastos personales y eso le preocupaba. No quería retornar a su provincia”.
Caicedo ya no tiene problemas de disciplina. Este año firmó un contrato con el plantel y, por eso, recibe USD 400 al mes.
Ahora, Carrera está preocupado de que el juvenil controle los ímpetus por llegar a Primera. “Tiene un talento innato y, en algún momento, pudiera ir al equipo profesional. Pero debe saber procesar la presión”.
Su labor es complementada por María Isabel Gutiérrez, una trabajadora social que se incorporó a LDU en marzo. Ella advierte otro problema: a la mayoría de juveniles no les gusta estudiar.
Por eso, está empeñada en conocer a los familiares de los futbolistas y detectar las causas. La semana pasada viajó a Esmeraldas para visitar a los familiares de Jairón y arreglar los documentos del futbolista juvenil…
Los estímulos visuales también ayudan a los talentos
Guillermo Estévez presentó ofertas de trabajo a Liga, Barcelona, El Nacional y Deportivo Quito a inicios de año.
El proyecto del psicólogo atrajo la atención de Jorge Luis Pinto, técnico del equipo principal de El Nacional. El DT colombiano pidió que se contratara al quiteño.
Así, Estévez se incorporó al equipo profesional. Pero en el club encontró a Edwin Cozar, director de las formativas del club.
Estévez empezó a trabajar con los juveniles y detectó los mismos problemas que hallaron sus colegas Carrera y Santamaría.
El especialista, quien trabajó junto a Ricardo López (ex campeón mundial de Tiro), empezó a realizar charlas y terapias grupales. Pero también viajó a provincias como Chimborazo para conocer a los familiares de los jugadores.
Para solucionar los problemas de los jugadores, en algunos casos, utiliza el instrumento Megabrain. Este instrumento provoca estímulos visuales que ayuden a los jóvenes a controlar la tensión para su desempeño en los partidos.
En la Costa y en la Sierra Centro no hay un psicólogo
Las divisiones formativas de Emelec no cuentan con psicólogo desde enero. Según Juan Ramón Silva, director de las formativas, la dirigencia decidió separar a la doctora Iva Vargas porque no contaba con recursos económicos.
Vargas ayudaba a los chicos en sus aspectos emocionales, supervisaba sus estudios académicos, la relación con sus padres y su ambiente familiar.
Las formativas de Barcelona tampoco disponen de un psicólogo. Ángel Gómez, gerente deportivo del club, dice que se contratará a un profesional en esta área cuando existan recursos.
Gómez, en ocasiones, ha cumplido las tareas de psicólogo. Él estudió esta profesión en España. Por eso, en los entrenamientos, ha dirigido terapias grupales y ha dictado charlas. Su objetivo es que los jugadores adquieran hábitos de alimentación, descanso y planificación.
River Plate Ecuador tampoco tiene un profesional en el área psicológica. Los técnicos realizan ese papel debido a que están en constante comunicación con los padres de los menores. También tienen contacto con sus profesores en las escuelas y colegios. El club tiene entre sus archivos las fichas de los jugadores con su rendimiento futbolístico y académico.
En Macará existe un caso particular. El psicólogo y deportólogo, Eric Arguello, trabaja con el equipo profesional y los juveniles. El profesional tuvo desacuerdos con el técnico Carlos Sevilla, y dejó su trabajo. Germánico Holguín, presidente del club, dijo que Arguello renunció el jueves pasado.
“El fútbol ha evolucionado y por ello es necesario que el plantel tenga un psicólogo. Él les enseña a llegar a las metas y a cumplir los objetivos del equipo”, dice el entrenador Sevilla.
Además, asegura que el plantel posee una estructura y parte de esta es el trabajo del psicólogo, quien debe ayudar al entrenador.