Los pasabolas de Liga de Quito llegan al estadio bien aleccionados antes de ingresar a la cancha. Así lo reconocieron Steeven Ríos, de 16 años; Alfredo Intriago, de 15, y Jorge Cuero, también de 15.
Ellos se mostraron sonrientes 30 minutos antes del inicio del partido que enfrentó a la ‘U’ con Emelec y fueron parte de los ocho pasabolas que colaboraron con esa tarea en la Casa Blanca, ayer.
Cada semana, Eduardo Stehlik, coordinador de las divisiones menores del conjunto universitario, escoge a ocho chicos para esta labor. Se trata de jugadores de las categorías menores, desde la Sub 12 hasta la Sub 18.
El profesional argentino explicó que, dependiendo de la complejidad del partido, se escogen a los pasabolas por sus edades. Es decir, para encuentros difíciles como contra Emelec, Barcelona, Deportivo Quito, etc, o los internacionales, se elige a los mayores. “Tienen que ser despiertos. Los pequeños se pueden distraer fácilmente y retrasarían el juego”, indicó Stehlik.
Esas características mostraron justamente Ríos, Intriago y Cuero, el primero de la Sub 18 y los otros dos, de la Sub 16. Antes de ingresar a la cancha se untaron bastante bloqueador solar en el rostro. Al mediodía, el sol cae perpendicularmente sobre Quito. Los tres lucían un calentador rojo con el sello de Liga y encima se pusieron los chalecos amarillos.
Ríos, quien además tenía un cintillo negro en la frente, contó que la de ayer fue su tercera designación en este año. Primero estuvo en la cancha durante la presentación del club en la Noche Blanca (contra Atlético Nacional, de Colombia) y luego ante Olmedo, ya por el torneo local.
“Siempre tenemos que estar atentos. Muchas veces por los pasabolas se pueden ganar partidos”, expresó sonriente el juvenil de Liga. Él lleva tres años en las formativas del club y durante ese tiempo, ha participado en unas 25 ocasiones (no recuerda el número exacto) en esta tarea.
Ríos también ha tenido la fortuna de estar al borde del campo en torneos internacionales. Pasó balones en los encuentros del año pasado por la Copa Sudamericana ante Peñarol y Godoy Cruz. “En estos partidos dejamos las pelotas en el césped, para que el futbolista la recoja”.
Intriago, quien se ríe cuando le consultan si es pariente del árbitro Alfredo Intriago y lo niega, agregó que también les piden que aprendamos a ser respetuosos; “no podemos acercarnos a pedir autógrafos. Máximo podemos dar la mano”. Esta última restricción se aplica igualmente para el Campeonato Nacional, porque “no podemos proyectar la imagen de que somos aficionados de otro equipo que no sea Liga”.
El homónimo del réferi asistió a los encuentros contra Vélez Sarsfield (por la Libertadores) e Independiente (por la Sudamericana), del año pasado. Solo Cuero tuvo la oportunidad de estar en un partido ante Independiente y espera poder asistir a otro.
Sus labores no se limitan solamente a recoger los balones y a colocarlos junto a los arcos o entregarlos a los futbolistas. Son confidentes de los jugadores de Liga. “Ellos nos apuran o nos piden que nos demoremos”, indicó Ríos. Ese consejo se reproduce en el cuerpo técnico albo y en los directivos.
Hasta los hinchas ven a los pasabolas como aliados. Christian Zurita, quien estuvo en el sector de palco, comentó: “No recuerdo contra qué rival, pero una vez vi a un pasabolas entregarle el balón rápidamente a Néicer Reasco en un contragolpe. El rival estuvo despistado y terminó en gol de Claudio Bieler. Fue en el 2008”.
Ayer, los ocho juveniles estuvieron atentos cuando los jugadores albos y eléctricos pedían el esférico. Mientras que el marcador estuvo 0-0, hubo equilibrio en sus acciones, sin demorarse. Pero cuando la ‘U’ estuvo adelante en el marcador, devolvieron el balón solo cuando los locales lo pedían.
La parte complicada de ser pasabolas es cuando reciben insultos. Los tres chicos han sido agraviados verbalmente, pero aseguran que ya se acostumbraron.