No es para asombrarse de que en Córdoba ha ya en donde más se coreó el nombre de Lionel Messi. En ningún otro estadio fue ovacionado como en el Mario Alberto Kempes, el lunes. Fue una demostración de amor anticipado y de confianza. Se lo había criticado mucho y los cordobeses entendieron que los mimos vienen bien en esta clase de jugador.
Córdoba es una de las ciudades más particulares de Argentina. Es uno de los polos de desarrollo y de movilización social que ha generado grandes transformaciones en el país. Por eso, es también la vanguardia en contra del centralismo de Buenos Aires. El cordobés, reconocido por el humor, sabe burlarse de los porteños.
El aliento que se evidenció antes del partido es quizá también la respuesta en contra de ese defecto centralizador del “Dios es argentino, pero atiende en Buenos Aires”. Córdoba tenía que hacerse sentir -¡y vaya que fue efectivo!- como esa otra Argentina que no sigue la égida de lo que dicen los porteños. Nada más difícil para un porteño que un cordobés.
El mundo ya se había rendido a los pies de Messi, salvo Argentina. En este país, Carlos Tévez es ‘la alegría del pueblo’. También representa la alegría para los de Boca Juniors, equipo en el que jugó, y para los aficionados de la albiceleste y hasta para los seguidores de River Plate.
Messi tiene desde hace mucho un problema de identificación con la hinchada argentina. Se fue muy niño a España. Los argentinos no lo vieron crecer y asombrar domingo a domingo, como ocurrió con Diego Armando Maradona en el club Argentinos Juniors.
Si bien Messi es hincha de Newell’s, Old Boys tampoco se lo puede identificar con ninguna otra camiseta que no sea la del Barcelona. Lo han visto por televisión tanto como a un canadiense o a un noruego, pero ya en la cancha-cancha, son pocos los argentinos que pueden decir que lo han visto. Y todos ellos siempre cuando ha vestido la celeste y blanca.
Desde hace mucho tiempo, a Messi se le discute su ‘ser’ argentino. Aquellos que creen que en el fútbol se juega la dignidad nacional lo señalan durante el himno: no lo canta. Aseguran que no sabe la letra, que no está identificado con el país.
El entrenador Sergio Batista contó una vez a este Diario que era algo que le dolía mucho a Messi. Lo dicen quienes ignoran que jamás le ha dicho que no a ninguna convocatoria y hasta se plantó ante la dirigencia del Barça, que no lo cedía para los Juegos Olímpicos.
El columnista de La Nación y de Fox, Daniel Arcucci, zanja este problema también con algo mínimo como lo del himno. “Me llama la atención que uno se va a España de visita dos semanas y viene diciendo ‘hombre’ y se te pega todos los modismos de ese país. Uno escucha a Messi y parece que salió de Rosario ayer”.