Consejero de imagen, conserje, mayordomo, abogado, fiscalista, asesor patrimonial… Los grandes jugadores necesitan cada vez a más especialistas que les asesoren y que puedan realizar, incluso, las labores más banales en sus vidas diarias para poder concentrarse en el fútbol.
Con la inflación de los salarios, sobre todo de las grandes estrellas, y la mediatización, pero también por la juventud e inexperiencia de muchos de ellos, algunos futbolistas necesitan rodearse de un equipo de expertos, cada uno con una función específica.
El más antiguo de estos profesionales es el agente deportivo, que durante mucho tiempo fue el único asesor del deportista y el que acumulaba todas las tareas que ahora realizan otros especialistas: desde comprar un billete de avión a gestionar las entrevistas con la prensa.
Actualmente, la mayor parte de estos agentes se han centrado en su verdadero oficio: encontrar un club, gestionar un traspaso y negociar los contratos (con una comisión máxima del 10%), a menudo acompañado por un abogado. También se encargan de subcontratar los servicios que necesita el futbolista, como un gestor de imagen, un asesor patrimonial o un fiscalista.
El agente de imagen realiza las mismas funciones que el deportivo pero en el ámbito publicitario. “Trabaja” la imagen del jugador para convertirlo en un reclamo publicitario, llevándose hasta un 20% del monto que firme el jugador con una marca.
Muchos aseguran que necesitan años de trabajo, incluso a fondo perdido, antes de que puedan rentabilizar publicitariamente a un jugador, un riesgo que no suelen tomar los agentes deportivos.
Cuando los ingresos son importantes, el futbolista necesita un gestor o asesor patrimonial para saber dónde invertir sus ganancias. La mayoría trabaja en colaboración con el agente deportivo.
Actualmente, otra figura ha aparecido en el entorno de las grandes estrellas: el conserje o “chico para todo”. Nacieron a principios de los años 2000 para realizar esta función con grandes empresarios o renombrados artistas, pero han encontrado un filón en los futbolistas por su perfil: jóvenes, inexpertos, ricos y adictos al consumo.
Ya se han creado empresas que ofrecen al futbolista cualquier servicio: fletar un avión privado en dos horas, adquirir billetes para un concierto con todo el aforo vendido, privatizar una isla en el Caribe para pasar las vacaciones, obtener en primicia el último Iphone 5 e, incluso, adquirir un bebé león para satisfacer el capricho de una esposa de un jugador, amante de los felinos.
Conseguir lo imposible tiene un precio: estas empresas facturan entre 3 800 euros anuales por un “servicio simple” a 28 000 euros por un servicio “cinco estrellas”, que incluye una persona dedicada al deportista durante las 24 horas al día.
Pero no todo en la vida de un gran futbolista es lujo y exclusivismo. A algunos no les importa ser ellos mismos, o sus esposas, los que sacan al perro a pasear o hacerse la comida.
Otros, encargan esas tareas más banales a terceras personas. El internacional francés Mathieu Valbuena, por ejemplo, ha reconocido que ha delegado la gestión de su vida doméstica a un mayordomo que vive en su propia casa.