El asistente técnico Rolando Simisterra corrió desde la banca hasta la zona técnica para abrazar al estratega Juan Ramón Silva. El abrazo fue fuerte, brusco y duró cerca de un minuto.
Y no era para menos. Emelec había logrado vencer 2-0 a Espoli, resultado que le permite clasificarse a la final del Campeonato Nacional -que se jugará en diciembre- y acceder a la Copa Sudamericana de este año y a la Libertadores del 2012.
En la cancha, los abrazos se multiplicaban. Gabriel Achilier se había sacado la camiseta azul, notablemente mojada de sudor. Se había quedado con una blanca con la tradicional leyenda: “La gloria es de Cristo”. Debajo de esta frase la silueta de un jugador, estampada, tenía levantados sus brazos y señalaba hacia el cielo.
Achilier hizo lo mismo cuando el árbitro José Carpio pitó el final del compromiso. Luego empezó a correr en dirección a la localidad general del estadio George Capwell. Quería celebrar con la barra Boca del Pozo, que repetía constantemente la estrofa de una de sus canciones: “Vamos Emelec, queremos la copa”.
En el camino, el lateral derecho de los azules y convocado a la Selección Nacional, felicitó a sus compañeros con besos en las mejillas y con palmadas en la cabeza. Tres minutos se tomó para llegar al arco, que está junto a la general e intentó subirse en él.
Pero no lo logró. Por eso prefirió quedarse en la cancha y buscar al estratega Silva. Pero este ya no estaba. Luego de celebrar la victoria con sus colaboradores, entró corriendo al camerino para esperar a sus jugadores y festejar con ellos en la intimidad.
El presidente del club, Nassib Neme, tampoco se encontraba ya en su suite. Había descendido hasta el vestuario para felicitar a la plantilla por haber logrado el objetivo que el grupo se planteó al inicio de la temporada.
También hubo lágrimas. Mientras el lateral derecho Fulton Francis, que había ingresado a los 78 minutos, intercambiaba su camiseta con el zaguero Lenín Poroso, lloraba notablemente. El llanto duró hasta que Enner Valencia y el argentino Cristian Menéndez, autores de los dos goles azules (31 y 74 minutos, respectivamente), se acercaron a festejar.
[[OBJECT]]
La hinchada no pretendía salir del estadio. Querían seguir festejando con los jugadores que con frecuencia se acercaban a las gradas a saludar a sus familiares y a regalarles alguna de sus prendas.
Los futbolistas extranjeros eran los más emocionados. Cuando habían transcurrido 10 minutos del final del cotejo, se encontraron en el centro de la cancha el paraguayo Fernando Giménez -que no jugó por suspensión, Xavier Klimowicz y Menéndez. Ellos se envolvieron en un abrazo que duró cerca de dos minutos. Édison Méndez y Marcelo Fleitas se unieron después al grupo.
Los millonarios fueron superiores a Espoli durante todo el partido. Aunque el estratega Santiago Ostolaza dispuso un planteamiento netamente defensivo, los dirigidos por Silva buscaron los espacios para agredir al rival.
Durante los primeros minutos, a los locales le costó penetrar a la defensa contraria por el centro del campo, por eso recurrió a recargar su juego por las bandas.
La virtud de Emelec fue el juego colectivo. Pese a eso fueron los policiales los que tuvieron la primera oportunidad de abrir el marcador. A los 30 minutos, el delantero Javier Guarino quedó mano a mano con el arquero Klimowicz, pero se detuvo cuando escuchó el sonido de un silbato que había salido de las gradas. El jugador pensó que Carpio había anulado la jugada. Cuando salió de la cancha, la hinchada azul lo aplaudió como gesto de agradecimiento.
Durante la primera etapa, Emelec estuvo a punto de entrar en la desesperación. Pero el gol de Menéndez, una de las figuras de su equipo, tranquilizó al grupo.
Juan Ramón Silva dijo al final del compromiso que el mérito de este logro es de los jugadores. Anunció que el equipo tendrá una semana de descanso.
Reveló que una de las ideas de la dirigencia es reforzar el ataque con la incorporación de un delantero extranjero.