Daniel Arcucci. Editor de Deportes de La Nación de Buenos Aires para EL COMERCIO
Lo que no puede hacer el mejor jugador del mundo (Lionel Messi), lo que no puede hacer el goleador de la Champions League, lo que no pueden hacer los mejores delanteros del planeta, lo logra el increíble Martín Palermo.
Este podría ser el comienzo de un nuevo capítulo de la increíble vida de este muchacho que desde el corazón de África emocionó a medio mundo, cómo no. Vale usarlo también, aquí y ahora, cuando en la noche sudafricana del martes que por momentos fue gélida, como el párrafo que dispara una nueva crónica sobre otro personaje que no se le queda atrás en esto de las existencias de ficción, con una clara imagen ilustrándola: solo comparable a la del propio autor del gol, era la cara de alegría, de felicidad, de plenitud del entrenador Diego Armando Maradona.
Por algo terminaron abrazados los dos, al borde de la cancha, como protagonistas de una historia impresionante. “Traeme a Martín”, le había dicho Diego a sus colaboradores, solo unos minutos antes, y Martín le había devuelto esa confianza a su manera, con un gol -de derecha, encima- que el banco de suplentes festejó como si fuera el de la final del Mundial.
“Andá y definímelo”, le había dicho al oído Diego. Y eso hizo Palermo. “Andá y divertite, volá”, le había dicho un rato antes de que ingresara Javier Pastore, y eso hizo ese “irrespetuoso total, un mal educado del fútbol”, que recién hace unas horas cumplió 21 años.
“Andá y divertite con Messi”, le había dicho a Sergio Aguero, hace unos días, aquella tarde en la que los coreanos empezaban a arruinar una jornada feliz, y eso hizo quien es algo más que su yerno. “Andá y esperá fuera del área, que a los nigerianos te los van a frenar Walter Samuel y Carlitos Tévez”, le había dicho a Gabriel Heinze y así el ‘gringo’ convirtió el gol del triunfo en el debut.
Será lo que sea: un milagro, talvez. Los astros que se alinearon o, de verdad, ese reunirse y estar todos juntos tanto tiempo, sintiendo lo que es un Mundial. Y durará hasta dónde no se sabe cuándo y dónde, porque a partir de ahora, según las propias palabras del protagonista de esta historia, “los caminos se angostan” y porque a partir de ahora, según él mismo también, “cometes un error y uno toma el avión de vuelta”.
Pero, por lo que se ha visto hasta aquí, es posible afirmar que el creador de ‘la mano de Dios’ (por el gol que le hizo a Inglaterra en el Mundial de 1986) está tocado por la mano de Dios. Y si algo faltaba para comprobarlo, eso era el nuevo milagro de Martín Palermo.