Las aceras aledañas al estadio George Capwell sirvieron de vitrina para decenas de vendedores ayer en la mañana. El gris y azul del equipo local acaparaba la mayoría de las ofertas. Los comerciantes ofrecían desde camisetas y banderas, hasta chalecos, llaveros, cintillos y gorras. También había comida.
Para cubrirse del fuerte sol de Guayaquil (temperatura promedio 31°), Yolanda Muñoz llevaba un enorme sombrero de paja.
La mujer, oriunda de la provincia de Chimborazo, viajó desde Guano para vender camisetas de Emelec en el partido de ida de la final del Campeonato Nacional de la Serie A. Para niños (USD 4) o adultos (USD 6) esperaban colgadas de un cordel o extendidas sobre un plástico negro.
Muñoz lleva siete años vendiendo la piel de los equipos, pero se confiesa hincha de ninguno. “Traje más de Emelec porque acá se vende eso”, dijo. Además, ofrecía chalecos con el escudo del equipo, los pequeños a USD 10, mientras que los grandes los comercializaba en USD12.
A unos pasos, en la calle Portete, estaba Scarlet García parada bajo unos parasoles. Dos ollas de 32 libras cada una guardaban su oferta gastronómica. Ella vendía seco de pollo (USD 1,50), guatita con tallarín (USD 1) y pollo frito como (USD 2) como almuerzo para los hinchas. Para beber ofrecía jugo de naranja a USD 0,25.
Aunque García sea barcelonista, aprovecha cada partido para vender esas recetas. “Vendo a la entrada y a salida de los partidos. Las finales son buenas”, contó.
En la esquina siguiente, frente a la puerta que lleva a la tribuna General Gómez, estaba otra hincha amarilla. Gabriela Alcívar vende las camisetas (USD 6) que su esposo, fanático del Emelec, pinta con aerosoles. ‘Boca del pozo’, ‘La razón de mi vida’, eran algunas frases escritas junto al escudo “grafiteado”.
Por seguridad, el tráfico vehicular fue cerrado a una cuadra a la redonda del estadio. 200 policías y 70 vigilantes de tránsito se distribuyeron dentro del Capwell y por los alrededores.
Junto a las puertas del estadio, el “y ya lo ve, es el equipo de Emelec” de los hinchas se mezclaba con las proclamas de los vendedores ambulantes que rodeaban el Capwell. Botellas con agua, vasos de cerveza y pitos eran algunas de las ofertas.
También la voz de los revendedores se escuchaba. Con boletos en la mano para las distintas localidades desfilaban entre los hinchas. Los precios de la reventa superaban entre USD 5 y 20 los valores oficiales.
El sonido de las ‘bubuzelas’ mundialistas (USD 5) también estuvo presente antes del partido. Glenford Campoverde llegó a las 09:00 al Capwell con tres docenas de esa mercadería. Dos horas más tarde ya solo le quedaban seis unidades.
Algunos hinchas acamparon desde la noche anterior fuera de las puertas. En su mayoría, llegaron a las 09:00. Las filas recorrían varias cuadras. A las 11:00, ya habían abierto las entradas de Tribuna, pero no las de General.
Los fanáticos se apiñaron fuera de las puertas, junto a la avenida Quito, y comenzaron a gritar para que “abran la puerta”. Después de unos minutos se refrescaron con un chorro de agua que salía de un carro de bomberos.
Cerca de las 13:00 llegó la Policía montada para coordinar el ingreso a la localidad general. Desde ese momento, el estadio se encendió con el azul de las banderas y camisetas junto al “como no te voy a querer, como no te voy a querer…”, que gritaban los eléctricos.