Las cosas se parecen a su dueño y los equipos, a su técnico. Dunga, el entrenador de Brasil, fue un tipo de correr, meter, pegar, quitar, cumplir. Así capitaneó al campeón del Mundo en 1994. Ahora, en Sudáfrica, este Brasil que ayer derrotó a Costa de Marfil 3-1 y quedó a la cabeza del grupo G y mirando desde arriba los octavos de final, es su espejo: corre, mete, pega, quita, cumple y gana.
Brasil es un homenaje a la rigurosidad, al funcionamiento, al orden táctico, a la solidez defensa. El talento de sus hombres es el condimento que se reparte en cantidades justas.
fakeFCKRemoveBrasil es riguroso. Si Italia hubiese vencido como lo hizo Brasil estaríamos hablando de un gran equipo y de una gran demostración. Pero a Brasil siempre se le piden comparsas de carnaval. No le perdonan que se ponga el overol, se remangue la camisa agarre la herramienta y se ponga a trabajar. Ayer jugó bien y superó con claridad a una Costa de Marfil peligrosa; celosamente custodiada y limitada; al punto que por momentos, impotente, pateó y pegó más de lo que pudo jugar.
El primer tiempo en el Soccer City (frío: 12 grados en el termómetro y siete de sensación térmica) fue de trabajo duro en el medio campo y con apenas dos opciones de gol, en parte porque Kaká no está del todo, no anda del todo. Una fue a los 45 segundos, de Robinho (tiro de lejos y casi la mete) y la otra, a los 24, fue el 1-0: combinación de Robinho, Luis Fabiano (con tacón) y Kaká para que Luis Fabiano anotara.
El segundo tiempo fue diferente. Dunga mandó a sus hombres a acelerar un poquito, ordenó a sus líneas pararse 10 metros más adelante para asegurar el partido. Y así ocurrió. A los 5 minutos, Luis Fabiano hizo lo que se creyó a primera vista una joya legítima: dos sombreros (uno corto y uno largo) para machacar el 2-0 de zurdazo. Pero resultó que la acción incluyó la mano antes de patear. Igual, el árbitro francés Stephane Lannoy lo validó.
Con el marcador resuelto, Brasil se empezó a divertir. Hubo más toque, más rotación, más paredes y, también, más patadas de los africanos.
El 3-0 llegó en una corrida del gris Kaká, a los 16 minutos, que tiró el pase atrás para que Elano liquidara.
Y la sangre brasileña de fiesta con el balón tiró más que las órdenes de Dunga y entonces empezó a jugar más suelto, más al ataque, liberándose de sus responsabilidades de marca, por lo que los marfileños aprovecharon los espacios e hicieron el descuento con un cabezazo de Drogba, a los 33.
Más patadas, más roces, más impotencia, menos juego y más interrupciones, hasta que a un minuto del pitazo, Kaká chocó a Keita quien fingió un golpe en la cara y Kaká fue expulsado.