Un futbolista guayaquileño de 1,65 metros de estatura, tímido, de tez morena y cabello rizado se vinculó al Deportivo Cuenca en febrero del 2001. Desde esa fecha, Marcelo Bohórquez, se ha mantenido fiel al club, pese a la constante crisis económica que aqueja al ‘Expreso Austral’.
Este defensa de sonrisa espontánea, cuyo fuerte es el manejo de su pierna izquierda, ha sido testigo de la mejor década del equipo colorado en sus 39 años de vida institucional.
Fue campeón de la primera categoría del fútbol ecuatoriano en el 2004 y participó activamente en cinco ediciones de la Copa Libertadores de América.
Hernán Neira y Carlos Llivisaca fueron los ‘culpables’ de su vinculación al cuadro azuayo. El primero, en ese entonces, presidente de la Comisión de Fútbol del Deportivo Cuenca y el segundo, su jefe en la fábrica de textiles Ecuacoto, en Guayaquil, donde Bohórquez envolvía hilos en conos, tras su retiro fugaz del fútbol.
Neira le llamó y le ofreció un sueldo mensual de USD 300 para que juegue en el equipo, con posibilidades de ganar hasta el triple en premios.
En la textilera ganaba menos y le ofrecieron un seguro de vida. Por eso demoró tres días para responder. “Venir al Cuenca era una aventura”, dice.
Llivisaca, al verlo indeciso, le sugirió que viajara a Cuenca para que se probara y que si no le gustaba se regresara a la textilera. Se incorporó al plantel y nunca más volvió a la fábrica.
Ahora, con 37 años, es el jugador más experimentado del ‘Expreso Austral’ . Y uno de los que más ascendiente tienen entre su compañeros deportistas.
En el 2000, Neira hizo un seguimiento a los jugadores de la Serie B, entre ellos a Bohórquez, quien jugaba en el Panamá de Guayaquil. “Era un lateral izquierdo rápido, de ida y vuelta, que hacía goles”, recuerda el dirigente.
Cada año Deportivo Cuenca contrata un marcador izquierdo, pero Bohórquez siempre termina como titular. En el 2010, Juan Guerrón se inició como titular hasta que fue expulsado. Desde ese encuentro el ‘Querubín’ (un tipo de ángel), como le apoda su madre, jugó 34 cotejos.
Sus compañeros, en cambio, le llaman cariñosamente el ‘Muñeco’, un apodo que heredó del técnico Juan Carlos Elías. Con este profesional argentino el equipo colorado ascendió a la Serie A en diciembre del 2001 y desde entonces no ha descendido.
Gerson Stacio, quien jugó con Bohórquez en la defensa del ‘Expreso Austral’, lo define como una persona sencilla, de carácter moldeable . “Su humildad le permitió ganarse el cariño de los hinchas y de la dirigencia”, según Stacio, quien ahora es asistente técnico de argentino Luis Soler.
En 1991, Bohórquez llegó al Panamá con una doble intención: jugar de titular y buscar la posibilidad de ir al exterior. Él leía en los diarios que el club porteño iba constantemente a los Estados Unidos y su meta era quedarse allá. Pero “desde que me vinculé al Cuenca nunca más viajó”, cuenta entre risas.
También defendió al Valdez de Guayaquil y al Green Cross de Manta. En este último club jugó en 1992, como juvenil y en la Serie A del campeonato.
En su época juvenil se desempeñó como volante de creación, pero desde que llegó a la preselección nacional Sub 20, dirigida por Dusan Draskovic, se quedó como marcador de punta. Entre sus compañeros estaban Iván Hurtado y Ulises de la Cruz.
El momento más crítico en Deportivo Cuenca lo vivió en el 2008, cuando antes de la liguilla final renunció el técnico argentino Gabriel Perrone, debido a la crisis económica. Les adeudaban premios y tres meses de sueldo.
Entre sus éxitos están el ascenso a la Serie A (2001), el título nacional (2004) y la clasificación del equipo a los octavos de final de la Copa Libertadores (2009).
Soler lo describe como un marcador de punta ideal: defiende y ataca, con gran capacidad física. No duda en calificarlo como un excelente profesional, quien siempre está de buen ánimo. “A pesar de ser un veterano, en el fútbol apoya mucho al equipo”.
Bohórquez se siente un morlaco más: “Solo me falta sacar la cédula de cuencano”. Su esposa, la guayaquileña María Fernanda Ruales (de 24 años), tiene cinco meses de embarazo.
El ‘Muñeco’ aún no piensa en su retiro del fútbol. Pablo Arévalo, con quien más tiempo permaneció en el club, considera que puede jugar unos tres años más.