Los partidos de la Tricolor femenina que participa en la Copa América tienen un sabor de fútbol barrial, de ese en que los hinchas de los jugadores son parientes y amigos. Es el fútbol que se juega para los íntimos.
En el segundo encuentro de la Selección ecuatoriana, realizado la tarde del sábado en el estadio Bellavista de Ambato, tuvo esa mezcla de fútbol de alta competición (cancha reglamentaria, equipos entrenados por profesionales, sistemas modernos de juego, la prensa tomando nota’) con ambiente amateur en las gradas.
Esta vez una malla que separaba la tribuna del campo de juego impidió los abrazos y las bendiciones de sus progenitoras al finalizar el partido. Las tricolores ganaron 2- 1 a la selección de Perú. Las cámaras de los celulares tomando fotos y los saludos de los familiares fueron constantes.
La autora del segundo gol, Valeria Palacios, corrió al sector donde estaba su madre Ester Mendoza. Ella se encontraba en la tribuna y, cuando la vio de cerca, no pudo contener su alegría y lloró. “Yo le prometí que cuando terminara el partido le regalaría mi medalla que siempre me acompaña”, dijo Ester Mendoza. La medalla ovalada y amarilla contiene la imagen de Cristo y de la Virgen.
Ester Mendoza llegó al estadio a las 14:30 acompañada de sus hijas Gabriela, de 28 años, y Dennys, 10 años. En los graderíos se encontró con otros familiares de las seleccionadas que llegaron desde Manabí y Quevedo. Un estrechón de manos y el deseo de suerte no se hicieron esperar con el resto de amigos.
Karen Aguilar, prima de la zaguera y capitana Lorena Aguilar, contó que salieron desde Quevedo a las 09:00, el mismo sábado. Karen Aguilar se puso de acuerdo para viajar con los familiares y amigas de Patricia Freire, volante que suele entrar al cambio para el segundo tiempo. En ese grupo viajaron 15 personas.
El arribo se realizó en un bus interprovincial de la cooperativa Cotopaxi. El pasaje costó USD 6 por persona. “No se logró contratar una furgoneta porque todas se encontraban ocupadas. No solo venimos por ella, al resto de chicas también les conocemos” dijo Karen Aguilar.
Kléber Cuichán, padre de la jugadora Belén Cuichán, llegó a las 14:00 al estadio acompañado de su esposa y los familiares de la zaguera Rocío Mora. El viaje se inició a las 12:00 cuando salió desde su casa en Sangolquí y luego recogió a los Mora en el sector de la Espe, lugar en que las tricolores se concentraronpor tres meses.
Durante la separación, las jugadoras solamente podían comunicarse con sus parientes en los descansos de las prácticas, cuando tenían permiso de usar sus celulares. O por Internet, en las noches, antes de dormir. Algunos familiares acudieron a las prácticas, pero el contacto siempre fue breve.
En el trayecto hacia Ambato conversamos sobre la derrota en el debut y lo fuerte que fue enfrentarse a Chile”, dijo Kléber Cuichán, quien continuó: “El apoyo a nuestras hijas es fundamental. Nos sentimos orgullosos de que conformen la Selección y nos representen”.
Ese sentimiento lo comparte la madre de Rocío Mora, Andrea de Mora, quien agregó que también desea que su hija continúe sus estudios de Administración. Aunque parece que hay cambios de planes, pues Rocío Mora desea estudiar mercadeo deportivo.
Andrea de Mora llegó al estadio con su otra hija, Erika Mora, y la mejor amiga de Rocío, Alejandra Vázquez. “Es mi ñaña, por eso la apoyo donde sea”, dice Vázquez.
En la tribuna saludaban al resto de familiares de las jugadoras. Todas vestían con la camiseta de la tricolor. Mientras una bandera grande era hondeada por Belma Maldonado, mamá de la mediocampista Joshelyn Sánchez. A su lado estaba Laura Vizuete, abuela de la jugadora, de 70 años y que por su delicado estado fue conducida a la tribuna con cuidado.
Al finalizar el partido, y todavía con la euforia por el triunfo, los familiares se reunieron en los exteriores del estadio para planificar el regreso a sus ciudades y, por supuesto, el nuevo viaje. “Nos vemos en Riobamba”, fue la promesa de los Maldonado.