Álex Aguinaga vivió el partido de su debut como director técnico titular con mesura, pero también con intensidad. Su equipo, Barcelona, ganó ayer por 3-2 en su visita a Sangolquí, en un cotejo difícil. Pero el ‘Guero’ no hizo aspavientos: la mesura fue su guía.
Antes de que sus pupilos salieran al campo de juego, los arengó con vehemencia: “¡Vamos muchachos, como un solo puño. Somos uno solo!”
Luego, cuando ingresó a la cancha tras dibujar la señal de la cruz con el pulgar, agradeció los aplausos que le dedicaron todos los aficionados, de las dos barras, que colmaron el estadio. No es común que al DT lo aplauda el rival.
El ex crack de la Tricolor, que vistió elegantemente, repartió abrazos con algunos conocidos y hasta firmó autógrafos.
Aguinaga reclamó poco a los árbitros de turno. Y todo porque consideró que sus jugadores recibieron faltas fuertes que, según él, no recibieron el castigo apropiado. Cuando Wellington Sánchez, el volante de Independiente, se inventó el penal, Aguinaga se enojó, pero prefirió reír.
Tampoco dio muchas indicaciones. Las instrucciones fueron pocas y concisas. Al defensa Miguel Ibarra, por ejemplo, le pidió varias veces que se abriera hasta la línea para recibir los saques del arquero Banguera.
En el tramo final del cotejo, animaba a su tropa a que conservasen la pelota con una constante sugerencia: “Toquen. Hagan circular la pelota. Toquen”.
Una manía sí tuvo el ‘Guero’: mirar constantemente el reloj, aunque nunca pidió el fin del cotejo al árbitro, como sí lo hacía Alfonso Harb, el presidente de Barcelona que estaba en la tribuna, ansioso por oír el pitazo final.
Aguinaga fue sobrio hasta en las declaraciones. “Si hoy quedábamos 2-2 o perdíamos, por la actitud que demostraron los muchachos me quedaba contento. Me dio gusto como festejaron al final del partido los jugadores. ¡Llevaban mucho tiempo sin hacerlo!” dijo Aguinaga al final del cotejo.