En la práctica realizada en Carcelén hubo preocupación. Foto: David Paredes/ EL COMERCIO
Empanadas de verde y hamburguesas que cuestan USD 1. Una funda con 40 panes y 40 yogures sirven como alimentación de los futbolistas del Deportivo Quito, después de un entrenamiento.
Los jugadores que tienen algo de dinero en sus bolsillos, como Santiago Morales, Juan Guerrón, Walter Iza, entre otros, ayudan al fondo común con cuotas que van entre USD 1 y 5 para comprar panes para desayunar o para después de las extenuantes prácticas.
“No he podido viajar a mi tierra. Vivimos aquí en el complejo, pero no he recibido dinero”, cuenta receloso Robert Angulo, de 18 años, nacido en San Lorenzo de Esmeraldas.
Los jugadores negociaron sus contratos con la directiva renunciante de Patricio Alvarado. La mayoría llegó a un acuerdo verbal. Acordaron recibir sueldos que no superan los USD 800.
En cambio, los más experimentados pactaron cobrar hasta
USD 2 000, pero también están impagos, desde que se unieron al club, el 17 de enero.
En los últimos días, la organización de las colectas de dinero fue una medida paliativa para que los jugadores se llevaran algo a la boca. Con lo recaudado suelen comprar frutas en un local, cerca del complejo.
Ningún jugador de los 31 inscritos en la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) ha recibido los salarios en los dos meses, que probablemente lleguen a los USD 150 000.
Con jugadores como Juan Guerrón negociaron los cuatro meses de sueldo del año pasado. Él decidió quedarse, pero ahora ya le deben siete meses. Él está desesperado porque no tiene con quién hablar ya que el equipo está en acefalía desde el lunes último.
Angulo es uno de los 19 futbolistas que viven en el complejo. La anterior directiva decidió que los del equipo de Primera y los juveniles vivieran allí para ahorrarse los arriendos. Los refuerzos argentinos Enmanuel Argüello, Martín Comachi y Carlos Schonberger también habitan en el complejo desde hace un mes que llegaron a la capital.
Argüello contó ayer que en Colón de Argentina vivió una situación parecida, pero que prefiere concentrarse en jugar para recibir sus salarios. “Es difícil la situación, pero tratamos de motivarnos”, agregó.
El club semanalmente pasa apuros porque tiene que llegar a acuerdos para poder jugar por las suspensiones que recibe de la Ecuafútbol.
El cuerpo técnico ha tratado de mantener la tranquilidad en el grupo, pero la crisis se ha desbordado. Para preparar una parrillada, hace dos semanas, con los jugadores igual recogieron dinero entre ellos y pidieron algo a la dirigencia.
Entre los jugadores hubo una preocupación porque la semana anterior llegó una notificación del Municipio de suspender el servicio de agua potable por falta de pago. “Sí pagamos cerca de USD 10 000 para que no cortaran el agua”, admitió, no obstante, Bladimir Dávila, exgerente.
Uno de los jugadores cuenta que desde el jueves pasado sintieron la gravedad de la crisis porque no tenían a quien pedir dinero para viajar a Portoviejo al partido ante Colón. En esa ciudad, también recibieron dinero para pagar la alimentación y el hospedaje.
Además, un grupo de exdirectivos juntó dinero para abastecerse de arroz, azúcar y alimentos para esta semana.
Recién este lunes habrá una asamblea para resolver el futuro del club, que también debe USD 420 000 al gremio de futbolistas (AFE) y tiene un déficit de USD 19,2 millones.