Lo peor que puede pasar después de este espantoso primer Mundial femenino que ha sufrido Ecuador es quedarnos en la autocomplacencia, en las caritativas palmaditas en la espalda, en el ‘¡Bravo, guerreras!’, en el ‘¡Chicas, qué lindo, lo dejaron todo en la cancha!’ y demás clichés adolescentes, vacíos de contenido.
Eso está bien para un rato, para los tuits arjonianos. Pero la triste realidad es que Ecuador acaba último no solo en su grupo sino en todo el Mundial, con el peor nivel de todos los participantes. Aunque el marcador de la despedida fue de solo
1-0 con Japón y eso es mucho mejor que el 10-1 anterior de Suiza, el 70% de posesión de pelota del rival y el hecho de que la arquera asiática no tuvo que estirarse en 90 minutos para otra cosa que no sea rascarse las rodillas de la pereza indica que las distancias fueron enormes, galácticas, incluso en ese cotejo que tantas felicitaciones ha desatado. Por principio, no se deben festejar las derrotas y menos estas que han sido más que derrotas deportivas: son derrotas estructurales. Ante Japón, las ecuatorianas rara vez lograron tres pases seguidos.
Me temo que ese 1-0 está sirviendo no solo como bálsamo espiritual sino como cortina de humo para tapar estas verdades:
– Ecuador no estaba ni remotamente preparado para este torneo
Que el plan haya sido “ganar a Camerún, empatar con Suiza y llegar clasificadas ante Japón” pinta de cuerpo entero el mundo konitos en que esta Selección ha estado viviendo. Por eso el aterrizaje que propició Camerún fue tan doloroso.
– Ecuador carece de jugadoras con roce
El problema de fondo está en la falta de competencia y esto va más allá de una liga local. Lo que realmente hará desarrollar a un equipo de Selección será colocar a las jugadoras en Europa o Estados Unidos. Ahí están los mejores equipos y los mejores maestros. Quizás sea mejor importar algunos entrenadores para desarrollar fútbol femenino con criterios más amplios, pero lo mejor será siempre emigrar. Pero, si a la selección no van las que se juegan en Europa, como acaba de pasar, pues estamos locos. Además, esos esfuerzos por viajar son particulares. ¿Quién se hará cargo de promover a las seleccionadas?
– Ecuador no apoyó a su equipo femenino
Los medios locales en general la desatendieron. Luis Chiriboga no fue al Mundial a pesar de lo histórico del asunto (Copas Américas hay muchas y todas son una ofensa al pobre hincha). Para colmo, la liga local tiene menos cotejos que el año anterior y hay menos dinero.
– Ecuador no tiene real interés en el fútbol femenino
Mientras los clubes de la Serie A lo ignoren, no habrá plataforma posible para que la categoría despegue de verdad y genere las jugadoras que deban integrar una liga y, mejor aún, enrolarse en un club del exterior.
El Mundial se acabó y ha dejado no solo dolor sino estupendas lecciones. Es hora de que los actores del fútbol femenino tomen las decisiones para que el fútbol femenino tenga futuro.