La Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) intenta complacer a todos sus afiliados. No ha cambiado con su actual administrador. Es la misma de antes.
Ni siquiera hay anuncios de reformar este organismo y de establecer un nuevo modelo que pueda sostener el fútbol para el futuro. Es el mismo escenario arcaico, que también le interesa a los grandes y pequeños clubes para de esa forma mantener sus cuotas de influencia.
La FEF evitó impulsar el proyecto de la Liga Profesional de Fútbol, que también lo dejaron de hacer Barcelona, Emelec,
Liga de Quito, River…, por sus distintos intereses. Eso quedó solo en un intento que tal vez pudo ser una ventana para salir de las calamitosas situaciones que afectan a equipos más pequeños. Aquí pesó más el egoísmo y un modelo de sobrevivencia que ha impedido el desarrollo del fútbol ecuatoriano.
Una muestra es la forma cómo los dirigentes de los
clubes aceptaron que Carlos Villacís asumiera el cargo de presidente, al igual que el resto de directivos, después de que estos trabajaron con Luis Chiriboga, procesado judicialmente por caso ‘FIFAgate’. Mientras no haya acciones conjuntas de los clubes y de la FEF, el fútbol nacional originará cada semana, reclamos de salarios atrasados de los futbolistas, instituciones suspendidas por morosas, contratos firmados con parches, futbolistas administrando equipos, porque se carece de normativas y garantías que cubran esas situaciones. La solución es que los dirigentes de los clubes se desprendan de sus intereses y que aúpen una reestructuración integral o de lo contrario el fútbol seguirá así por muchos años.