La realización de la Copa América femenina, al igual que el Campeonato Ecuatoriano, tienen un mismo patrón: la organización y exposición son ‘a escondidas’.
Ninguno de los dos eventos tiene la fuerza y difusión de una actividad deportiva que requiere apoyo y respaldo mediático. En el ámbito internacional, el fútbol femenino ecuatoriano tiene un retraso deportivo y de estructura en relación a países como Brasil, Argentina y Paraguay que cuentan con ligas profesionales desde los 90. Venezuela ya tiene una medalla olímpica juvenil ; Colombia ya llegó a un Mundial femenino mientras Chile cambió sus estructuras.
Ecuador apenas transita por su segundo torneo oficial, pese a que en la década pasada, la FIFA sugirió la organización de las ligas nacionales a todos sus asociados. En el país se hizo caso omiso por cuestiones económicas de los clubes.
En 2012, por el aporte económico del Ministerio del Deporte, se pudo organizar el primer torneo nacional, que si bien fue el inicio de los campeonato oficiales, los partidos se desarrollan a escondidas. Entre la familia. Los equipos femeninos juegan en escenarios para 200 personas; no tienen opción de pisar estadios de Primera Categoría en el país como el Atahualpa, el Monumental o Casa Blanca.
Se percibe como que la Federación Ecuatoriana de Fútbol cumple con el compromiso de organizar, pero no con el compromiso de promocionar y apoyar el desarrollo de esta práctica deportiva.
La Copa América femenina tiene el mismo trato. No hubo promoción ni presentación del evento. Casi a escondidas llegaron las selecciones internacionales y los partidos no tienen transmisión por televisión para el país, menos para el exterior.