Los retornos en el fútbol son emotivos e inolvidables. De allí que los interminables preparativos de la hinchada del América para retornar al Atahualpa luego de 28 años tuvieron una rara mixtura de nostalgia y optimismo.
Así, por ejemplo, la familia Puebla cuya primera generación fundó el club hace 78 años organizó una caravana de 200 personas que salió desde el parque quiteño que dio el nombre al club, mientras en el estadio las ex glorias se enfrentaban a sus colegas de Aucas.
La culminación del retorno constituyó el homenaje del actual directorio a ex directivos, entrenador y figuras de aquellos inolvidables equipos de 1969 y 1971 que lograron los subtítulos nacionales.
Mostrando el paso de los años pero con una lucidez extraordinaria se juntaron para revivir su pasado glorioso mientras recibían el aplauso de la gente perennizado en una placa recordatoria.
Vinieron desde diversos lugares, Migdonio Aguirre, el goleador colombiano viajó desde Tumaco y el Flaco Fernández desde Manta. Patricio Echeverría comentaba a Hernán Páez, su compañero de zaga, la precisa gambeta a un derrame cerebral; mientras Fernández junto al Negro Marín y el DT Jorge Araque no olvidaban los memorables enfrentamientos ante Barcelona en Guayaquil y con la Liga de Portoviejo en Manabí.
Fue un interminable abrazo verdolaga y un homenaje para actualizar la memoria del América ante las nuevas generaciones. Un gesto coherente en medio de la vorágine resultadista para agradecer a quienes forjaron la historia del querido club cebollita.