El alquiler de la cancha sintética de la Villa Flora, en el sur de Quito, cuesta USD 30. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
El fútbol en las canchas de césped sintético es una de las formas de esparcimiento de muchos quiteños durante la noche.
En algunos barrios de la capital es común encontrar campos de juego iluminados con siete u ocho jugadores. Los partidos duran hasta la medianoche y el alquiler de la cancha varía de acuerdo al sitio y su ubicación.
En el barrio Promoción Familiar, al sur de Quito, a la altura de la avenida Cardenal de la Torre, el arriendo de la cancha cuesta USD 20. Su administrador, Galo Torres, cuenta que ese predio es de propiedad del barrio y el 50% de las ganancias se emplean para financiar al grupo juvenil del vecindario, el mantenimiento de la casa barrial y otras actividades. La otra mitad se invierte en el mantenimiento de la alfombra sintética.
Mensualmente, ese espacio genera alrededor de USD 2 000. Se juegan tres o cuatro partidos diarios hasta las 23:00 cuando las luminarias se apagan.
La noche de ayer, 24 de junio del 2016. Víctor Hernández estaba allí con su hijo para hacer deporte. Cuenta que dos o tres veces por semana juegan fútbol para distenderse y olvidarse de los problemas del trabajo.
En la Villa Flora, sur de Quito, hay otra cancha de césped sintético a la que cientos de jugadores acuden todos los días. Rafael Londoño, presidente de la Comisión Técnica de la Liga Deportiva Barrial Villa Flora, señala que el alquiler de la cancha cuesta USD 30.
De lunes a jueves, el campo de juego se arrienda a la gente, pero desde el jueves se disputa el campeonato barrial.
La noche de ayer, David Reinoso, de 31 años, estuvo en ese lugar para jugar por su equipo llamado Italia. Estaba junto a su pequeña hija, su hermano y esposa. Tres días por semana hace deporte en la cancha sintética. Dice que es la mejor forma de sacarse el estrés.