Uno de los capítulos más emocionantes y auténticos que se recuerde en el mundo de la tauromaquia se vivió a plenitud ayer en la localidad española de Olivenza: el regreso de Juan José Padilla.
Hace cinco meses ni el más optimista pensaba que el ‘Ciclón de Jérez’ volvería a ponerse frente a la cara del toro. Hace cinco meses recorría por el mundo las trágicas imágenes de la espeluznante cornada a Padilla en la plaza de Zaragoza, quien alcanzaba a sostener con las manos su ojo izquierdo.
Era el 7 de octubre del 2011 y solo la intervención del equipo médico de la plaza salvó la vida del jerezano, que se ahogaba con su propia sangre. Se pronosticó que perdería la visión de su ojo, que su rostro quedaría semi-paralizado y que no estaría en condiciones de volver a torear.
Cinco meses después Padilla, -bautizado como ‘heroe’ en Twitter- superó las barreras que los pronósticos médicos habían anticipado. Con un parche en su ojo izquierdo y su rostro semi-paralizado volvió a la arena.
Todo lo que encerró su regresó hizo que su actuación sea casi una gesta épica. A las 17:40 de España salió de la puerta de cuadrillas de la plaza de Olivenza, que ayer se paralizó para observar su triunfal regreso. El tendido estalló en aplausos al jerezano, al que gritaban “torero, torero”.
Dos toros de Núñez del Cuvillo lo esperaban. A los dos los toreó con solvencia con capote y muleta. A los dos los banderilleó como en los viejos tiempos. Y a los dos les cortó una oreja, asegurando así su salida por la puerta grande.
Tanta fue la emoción que causó su retorno que al menos tres espectadores fueron atendidos, según el reporte del diario ABC.
El padre de Padilla también se desvaneció y debió pasar por la enfermería antes de que el torero le brinde la muerte del cuarto.
El triunfo fue la recompensa a su esfuerzo y valor. La puerta grande estuvo reservada en forma exclusiva para él. Padilla había saldado su cita con la historia.
Sus compañeros de terna (Morante de la Puebla y José María Manzanares) y sus más entrañables amigos lo sacaron en volandas del coso. Al igual que el trágico 7 de octubre del 2011, Padilla no salió por sus propios medios de la plaza. Solo que esta vez fue para encontrarse con la gloria, sentir que torea y, por eso, está vivo.