La fragilidad de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) se hizo más evidente en los últimos meses. Sus decisiones originaron confrontaciones entre las operadoras de televisión pagada, que terminaron en los juzgados.
El concurso de los derechos de TV del campeonato ecuatoriano fue mal estructurado, que no tuvo una licitación pública en periódicos ni portales digitales. El ganador, por un periodo de 10 años y con una oferta de más de USD 270 millones, se conoció seis meses después.
Esa inconsistencia desnudó a la Federación, organismo que no pudo inaugurar el campeonato el último fin de semana. Ella no tuvo el respaldo de los clubes, los cuales vieron un escenario incierto y optaron por desempolvar el proyecto de la Liga Profesional. Ese camino también sirvió para respaldar el convenio firmado con GolTV. Pero también para demostrar y criticar la forma cómo la organización realizó el concurso.
Es necesario que la matriz del fútbol del país difunda mejor sus procesos, especialmente en temas que competen a sus clubes y aficionados.
La transmisión del fútbol por TV pagada es un negocio millonario en la actualidad. Con esos ingresos los clubes y las ligas del mundo sostienen buena parte de sus presupuestos.
Ojalá que el renacimiento de la Liga Profesional tenga ese adecuado camino y no haya sido un salvavidas para sacar a la FEF de sus apuros, pero con un orden y normas que establezcan una estructura que sostenga al fútbol ecuatoriano.