Diego Calderón, en la práctica del miércoles 12 de abril en la cancha de Patamarca. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Su mejor momento futbolístico lo experimentó en el 2008, con Liga de Quito. Diego Calderón, en ese año, fue campeón de la Copa Libertadores de América y vicecampeón del Mundial de Clubes.
Esos recuerdos los guarda en su memoria. Sabe que ningún futbolista vive de la historia, sino del entrenamiento diario. Por ello, trabaja con dedicación para ganarse la titularidad en Deportivo Cuenca.
Hasta la fecha, suma un partido completo ante El Nacional y 15 minutos con Clan Juvenil. Su ausencia del equipo selecto lo asume con tranquilidad, pero pugna por sumar minutos en cancha. “Los éxitos alcanzado en años anteriores se quedaron en el museo”.
Calderón, de 30 años, insiste que el futbolista activo no vive de recuerdos. Está consciente que hay una competencia leal en el ‘Expreso Austral’, sin mayores figuras. Por ahora, los titulares en la zaga central son los argentinos Brian Cucco y Richard Schunke.
Sin embargo, no descuida la parte física, futbolística y psicológica. No quiere defraudar al entrenador argentino Gabriel Schürrer cuando lo requiera en la cancha.
Según Bryan Carabalí, marcador derecho del equipo azuayo, el exBarcelona respalda a los jóvenes. “Diego me sugiere que aproveche las oportunidades que tengo porque el fútbol es pasajero. Me dice que quisiera tener mi edad para jugar, él ansía ser titular”.
El defensa de 19 años se motiva con las palabras del experimentado zaguero. “Siempre insiste que tengo las condiciones para jugar en el exterior e incluso en Europa”. Carabalí confiesa que sus criterios son valiosos, por toda su trayectoria. Lo define como una persona alegre.
Fausto Carvallo, presidente del Deportivo Cuenca, lo describe como un profesional íntegro y un líder positivo. “Calderón, como suplente, es un aporte y está a disposición del técnico”. Su contrato fenece en diciembre del 2017.
Pese a la falta de oportunidades, ‘Pelusa’ está feliz en Cuenca porque lo acompañan su esposa, Ana Arroba y sus hijos. Ellos son: Emely (12 años), Diego (10), Jair (9), Andrea (8) y Andrés (1 año y dos meses). Los cuatro primeros estudian en uno de planteles educativos de la capital azuaya.
Entre sus guías dentro de su carrera nombra a Giovany Espinoza, Carlos Espínola, Norberto Araujo, Santiago Jácome, Néicer Reasco y Édison Méndez. “De ellos aprendí mucho”. Los conoció en sus 11 años de permanencia en Liga de Quito.
A sus 30 años se ilusiona con volver a jugar un torneo internacional y no descarta que sea este año en la Copa Sudamericana. Él viajó con la delegación azuaya a Santa Cruz, Bolivia, en donde se logró un empate 1-1 en la apertura de la serie. No jugó, pero anhela actual el 1 de junio en la revancha.
En la final del Mundial de Clubes del 2008, ante Manchester United, Calderón marcó a Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney y Carlos Tévez.