El desafío de Eduardo Maruri fracasó: el presidente del ídolo no logró que los hinchas de Barcelona se emocionaran ni un poquito para que acudieran, el sábado pasado, al ‘partidazo’ con el Manta (y fue en realidad un partidazo, pero gracias al equipo de Manabí, por supuesto).
Maruri quería contar con al menos 30 000 hinchas en el Monumental. A cambio de esa muestra de fidelidad, los precios para el cotejo de la Sudamericana de mañana costarían un dólar. Pero el sábado no llegaron ni cinco mil hinchas.
¿Y ahora, qué hacemos? ¿Castigamos a estos fanáticos traidores subiéndoles los precios de las entradas? ¿Esto fue una muestra de que Guayaquil está enfadada por la mudanza a Quito? ¿El pueblo ya no respalda a su ídolo? ¿El equipo más popular necesita combos, como en el McDonald, que incluyan cola y un juguete? ¿O fue un simple error de cálculo, pues Manta no convoca como Liga o Emelec?
Este ‘desafío’ fallido ha sido un golpe duro, pues esta directiva presume de ser, ante todo, marketera. Pero el verdadero desafío de Barcelona no está acertar con anzuelos sin cebo, sino en lograr que los hinchas vayan felices al estadio. Pero, ¿los hinchas del ídolo son felices con este equipo? Pues no.