Carlos Garcés dedicó a la general norte del estadio Jocay, el gol que le anotó a Independiente del Valle en la última victoria del Delfín. Foto: Mario Faustos/EL COMERCIO
En Manta aún quedan secuelas del terremoto que sacudió al país el 16 de abril del año pasado. Tras la recolección de los escombros, habilitación de vías y reapertura de comercios, la ciudad empieza a levantarse con la inversión privada, el empuje de su gente y recientemente por la alegría que les brinda el Delfín SC.
Los ‘cetáceos’ son líderes de la Serie A y cada vez que juegan la ciudad se detiene. El éxito que cosecha el equipo se vuelve un aliciente luego del desastre que dejó a 657 fallecidos en la provincia.
La avenida 113, que lleva al Jocay, colapsa cuando hay un partido. Los dos carriles de esta vía se llenan de vehículos con dirección al estadio. En la orilla de la vía los comerciantes venden camisetas, banderas y recuerdos. Julio Montoya, comerciante, cuenta que en un día de partido puede vender hasta USD 150. Él también tiene camisetas de los equipos de Guayaquil (Barcelona y Emelec), pero este año las que más salida tienen son las de Delfín.
“Este equipo siempre fue ídolo, pero los resultados de este año hacen que la gente vuelva a creer en él”, cuenta el hombre de 53 años, que puso una especie de tendedero entre un árbol y un poste para exhibir su mercadería.
El año pasado el Delfín pasó 180 días sin su estadio, debido a los daños que el terremoto produjo al estadio Jocay. En la actualidad, solo las dos bandejas de generales están habilitadas. La capacidad del escenario se redujo en un 53%.
La tribuna oeste fue demolida y al momento ahí se colocó una tela verde, a manera de protección. La bandeja este aún sigue en pie, pero, debido a los daños en su estructura, solo se usan los camerinos y la sala de prensa. El estadio ahora tiene capacidad para 9 364 personas.
El presidente del equipo, José Delgado, recibe muestras de agradecimiento de los aficionados. Cuando llega al estadio y se sienta en las gradas de la general norte, los hinchas lo aplauden y se toman ‘selfies’ con él. El empresario de 51 años considera que su club es un ejemplo para el mundo, tras las desventuras que pasó después del terremoto, tras perder parte de su estadio y tener que rearmar a su plantilla.
“Siento que Dios está cerca del Delfín. Después de un terremoto tan terrible, este equipo ha podido llevar, a través del fútbol, una sonrisa a las personas que lo perdieron todo”, dice el dirigente.
El equipo mantiene su presupuesto de USD 2,5 millones, gracias al apoyo de sus auspiciantes. Las empresas privadas manabitas son el principal sostén del club. La Esquina de Ales, Freshcorp, Frescodegfer, Conservas Isabel, son algunas de las industrias de la provincia que auspician al equipo. Además, se suman las multinacionales Coca-Cola y Pronaca.
Las recaudaciones por taquillas han mejorado con el transcurso de la temporada: mientras más partidos ganaba el equipo, más hinchas llegaban al Jocay. El promedio de asistencia de este año es de 3 072 personas por fecha.
Los jugadores de la plantilla también realizan labor social, conjuntamente con el Municipio de la ciudad, según contó Brenda Terán, directora municipal de turismo.
Hace dos semanas jugaron un partido con personas no videntes, en la playa del Murciélago. “Fue una experiencia linda, es impresionante como el fútbol une a la gente”, dijo.
Sin entregar cifras, la funcionaria cuenta que la ocupación hotelera y la actividad comercial incrementan cuando Delfín juega. Según ella, el Municipio está trabajando con la Liga Cantonal de Manta, para iniciar las reparaciones en el escenario del Jocay.