Sebastián Roldán, ganadero. Foto: Archivo / EL COMERCIO
La crianza del toro bravo se ha desarrollado con firmeza en Ecuador pese a que la fiesta taurina se ha visto despojada en muchas ciudades del tercio de espadas y a que cada vez cuesta más llenar los ruedos por un alejamiento de los ecuatorianos más jóvenes de esta tradición.
Mejorar la crianza y la calidad del “rey de la fiesta” es el reto que afrontan ganaderos como Sebastián Roldán o José Luis Cobo, que luchan por alcanzar los estándares más altos en las siempre difÃciles condiciones de la región andina.
“En Ecuador los toros son criados en el páramo, donde la altura y el frÃo dan condiciones especiales”, dijo Roldán, hijo del actual embajador ecuatoriano en Madrid, al ser preguntado por las diferencias entre la crianza en su paÃs y en España.
Destacó que en Ecuador las estaciones son también distintas y el animal no se enfrenta a “climas extremos”, pero que en “el manejo de la res no hay diferencias” ya que “el único paÃs que tiene un estilo de crianza diferente es México”.
La crianza de ganado de lidia en Ecuador, un hecho que fue decisivo para la supervivencia de los espectáculos taurinos después del final de la colonización española, se remonta según los historiadores a la presencia jesuita en los Andes, porque fueron ellos quienes desarrollaron las haciendas hace ya más de 300 años.
A principios del siglo XX los ganaderos ecuatorianos establecieron una organizada selección del ganado, si bien los resultados del toro local no eran del todo satisfactorios.
La inauguración de la plaza Monumental de Quito, en 1960, a la que llegaban toreros de renombre internacional, despertó la necesidad de importar ganado de lidia de gran calidad, y acabó impulsando la importación de numerosos sementales españoles para regenerar el campo bravo ecuatoriano.
Representante de las ganaderÃas Peñas Blancas y Santa Coloma, Roldán crÃa su ganado en las proximidades de Mulauco, a 35 kilómetros de Quito, una capital de gran tradición taurina pero en la que la fiesta ha perdido su fuerza desde que un referendo en 2011.
Sin la matanza, son pocos los toreros de renombre que se prestan a torear en la capital, lo que condujo a la cancelación de su gran fiesta del “Jesús del Gran Poder” y consecuentemente al cierre de la Monumental de Iñaquito, inaugurada por DominguÃn en 1960 y sÃmbolo de la tradición taurina en toda Suramérica.
“El cierre de la Monumental es un golpe duro, pero criamos toros no sólo para Quito sino para cualquier ciudad y plaza del paÃs”, señaló el ganadero, que el próximo 18 también debutará como empresario en la feria de Riobamba.
Roldán, asà como Cobo, son propietarios de ganaderÃas de primera categorÃa, animales de gran pureza que se lidian en las principales plazas del paÃs, como la Monumental de Ambato, la Raúl Dávalos de Riobamba, la Belmonte de Quito (sin matanza, a la portuguesa) y la San Isidro Labrador de Latacunga.
Según el último censo de la organización de ganaderos, en Ecuador existÃan hasta 2009 un total de 25 ganaderÃas de primera y son incontables las de segunda y tercera categorÃas, destinadas a ruedos menores.
Sus toros Peñas Blancas, encaste de la ganaderÃa de Juan Pedro Domecq a través de la lÃnea Garcigrande, es la más toreada que tiene a su cargo.
Con menos popularidad su hierro Santa Coloma, de la lÃnea de los BuendÃa, menos aceptable por los toreros porque es un encaste difÃcil, con una embestida muy fuerte y que no humilla tanto. Si bien, Roldán asegura que sus reses son de “muy buenas condiciones” y podrÃan ser toreadas en cualquier plaza.
Con más trayectoria tanto a nivel nacional como internacional está la ganaderÃa de José Luis Cobo, dueño de las ganaderÃas de Huagrahuasi y Triana, ambas encastes también de Domecq.
Criada originalmente por su padre y del encaste de la familia Jandilla, la Huagrahuasi cuenta ya con 40 años de experiencia en Ecuador y ha salido a otros destinos, entre ellos Lima.
Contrario a las ganaderÃas de Roldán, para Cobo sus toros no tienen diferencia.
“Son los mismos sementales y vacas, ocupan el mismo predio, lo único que varia es el hierro”, explicó en entrevista con Efe.
Curtido también como empresario, subraya que asumir ambas funciones es “una gran responsabilidad”, pues “todo el peso de la corrida está sobre uno”.
Y considera “lamentable”, con base a su pasado como matador, esa situación en la que “un toro sale al ruedo con muy buenas condiciones pero no es entendido por el torero”.