Jonathan Camacho es oriundo de Playas, donde aprendió a hacer piruetas. Ahora es uno de los máximos exponentes del BMX mundial. Fotos: Facebook Jonathan Camacho
Cuando Jonathan Camacho compite fuera del país, su cama suele ser el piso y su almohada una mochila. Debido a los pocos recursos con los que cuenta, el ciclista ecuatoriano tiene que dormir en las calles, cuando asiste a eventos internacionales.
Tuvo que hacerlo en Alemania, Estados Unidos, México… Países a los que asistió para competir en circuitos internacionales de BMX Freestyle. Nació en General Villamil Playas, Guayas, y desde niño tuvo dificultades, por la falta de recursos económicos.
A sus 25 años, el deportista mira la vida con optimismo. Intenta tomar el lado positivo de todas sus experiencias. “He conocido paisajes con los que soñaba, no cambiaría nada de mi vida. Lo bueno y malo me trajeron donde estoy ahora”, dijo el deportista, que suma títulos mundiales en Perú, Chile, Argentina, Estados Unidos…
Tiene un truco para evitar que en sus acampadas improvisadas le roben sus pertenencias. Ata sus pasadores a la bicicleta y amarra en sus brazos las agarraderas de su mochila, que es su almohada.
Con orgullo dice que quiere ser el mejor en su categoría. Recuerda que aprendió a andar en bicicleta cuando tenía 13 años, usaba una vieja Chopper de su papá. Nadie le enseñó, aprendió a fuerza de caídas, raspones y choques.
Recuerda que pasaba horas sentado en el cemento del parque extremo de Playas, viendo como otros niños trataban de realizar piruetas. Su familia no tenía dinero para comprarle una bicicleta, por lo que se propuso reunir él mismo.
El timbre de su voz se siente emocionada cuando recuerda que cuidaba carros afuera del mercado de ostras, donde trabajaba su mamá, Narcisa, en Playas. También se subía a los buses para vender caramelos o se escapaba de la casa para ayudar en la albañilería.
“Mi primera bicicleta fue una BMX usada, que me tocaba remendar siempre. Me costó USD 60, se la compré a un amigo”, contó el playense. Ese fue su primer amor.
A su mamá le disgustaba que su hijo practique este deporte, porque siempre lo veía sucio, raspado o cojeando. Por eso intentó quitarle la bicicleta en varias oportunidades. Camacho dejó sus estudios cuando estaba en cuarto año del colegio, pero aspira retomarlos.
Cuando era niño quería ser futbolista y hacía funciones de delantero. Se alejó de esa actividad porque en el equipo barrial donde jugaban sus compañeros eran individualistas, además de que al final de los partidos se reunían para tomar cerveza, ambiente que le desagradaba.
Tiene un hijo de 5 años. Quiere que su pequeño Mathias no sufra las mismas necesidades que él. El pequeño heredó la pasión por la bicicleta, por lo que Camacho ya le regaló dos.
Los premios económicos que ha conseguido en su carrera, le sirvieron para ayudar a su mamá. Primero le puso un restaurante, que ella debió cerrar posteriormente por un problema de salud, y luego le compró un terreno.
“Mi mamá se separó de mi papá y luego alquilaba una casa. Compré el terreno para ella y le ayudé a levantar una casita de madera”, contó. La vivienda está en el barrio El Refugio, al norte de Playas.
El deportista espera que su situación cambie ahora que formará parte del Plan de Alto Rendimiento del Ministerio del Deporte. La cartera de Estado le ayudó a conseguir la visa para viajar a Estonia, donde participará en el Mundial de BMX, entre el 4 y 5 de febrero próximo.
Asimismo, la empresa Spot Puembo le dio los pasajes aéreos de Quito a Barcelona para luego ir a Estonia, donde será el Mundial Simple Session, en donde estarán los mejores del mundo.