El fallecimiento del piloto danés Allan Simons en durante las 24 Horas de Le Mans, sucedido hace una semana, reactivó la inacabable discusión sobre la seguridad en las diferentes disciplinas del deporte motor.
Su nombre se sumó al del británico Dan Wheldon (Indy Car), del italiano Marco Simoncelli (MotoGP) y del francés Thomas Bourgin (Rally Dakar) como las más recientes víctimas mortales en algunas de las competencias más famosas del mundo.
Varios pilotos activos y retirados se pronunciaron al respecto. Para unos es imprescindible tomar acciones urgentes orientadas a la protección de los deportistas, mientras que otros asumen con resignación el hecho de que los riesgos son inherentes a la práctica del automovilismo y motociclismo.
Pero más allá de las diferencias de criterio y del hecho innegable de que los deportes de motor son y serán peligrosos, siempre se podrá hacer algo más para precautelar la integridad de los competidores.
En el caso de Simonsen, se comenta que la colocación de una barrera de neumáticos en el lugar donde se estrelló pudo salvarle la vida. Los organismos reguladores deberían tomar nota de aquello.