La historia de la movilidad eléctrica en BMW comenzó en los Juegos Olímpicos de 1972 en Múnich (Alemania), en donde la formación inicial constaba de dos vehículos eléctricos de prueba.
Los modelos transformados desde el BMW 1602 sirvieron como medio de transporte para los miembros del comité de organización y se utilizaron como autos de cámara y apoyo en diversos eventos de largas distancias.
No existía duda alguna de que las baterías de plomo de 350 kilogramos, con un alcance de aproximadamente 60 kilómetros, eran apenas ideales para un automóvil de fabricación en serie.
Por lo tanto, BMW lanzó una serie de proyectos de investigación y desarrollo con el objetivo de brindar una tecnología mejorada y, sobre todo, más eficiente para los sistemas de propulsión eléctrica utilizados en los automóviles que circulan por las calles.
A finales de 1975, un vehículo experimental construido sobre la plataforma del BMW LS y armado con baterías nuevas y con un motor eléctrico comenzó a mostrar los primeros resultados.
Posteriormente, en la década de 1980, se lanzó un programa de investigación llamado Auto eléctrico con fuentes de energía de larga duración, el cual proporcionó una valiosa experiencia en el uso de los dispositivos de acumulación de energía de sodio-azufre.
Además, BMW construyó una plataforma de prueba especial para motores eléctricos, incorporando una calculadora de rendimiento. Aparte de las baterías, las pruebas se centraron en el sistema y control de manejo. Para probar el concepto, se convirtieron ocho vehículos basados en el BMW 325iX y posteriormente se probaron sus cualidades en cuanto al uso dentro de la ciudad, por ejemplo en el reparto del servicio postal de Alemania.
Los resultados del proyecto de investigación motivaron a BMW para comenzar a trabajar en el diseño de un vehículo eléctrico puro. Los automóviles experimentales anteriores se trataban de versiones convertidas de modelos de fabricación estándar, con muy pocas posibilidades de adaptarlos a los requerimientos específicos de un motor eléctrico; pero todo esto estaba a punto de cambiar.
El trabajo de BMW estaba respaldado por el hecho de que el número limitado de autos eléctricos hacía que los usuarios quisieran utilizarlos principalmente en la ciudad. La primera solución diseñada de forma específica se reveló en el Salón de Fráncfort de 1991: el BMW E1, un ‘auto de ciudad’ de propulsión eléctrica ideal para su uso en metrópolis y áreas suburbanas.
Incluso en ese momento, este prototipo se destacó por su bajo peso y por sus altos niveles de seguridad gracias a su ligero diseño y a su fuerte estructura.
Las capacidades de su desempeño también le dieron un balance impresionante: con una potencia de 32 kW (unos 24 HP), un torque máximo de 150 Nm (111 libras-pie) y una autonomía de aproximadamente 160 km, sus atractivas figuras clave lo hicieron una posibilidad viable también para su uso diario.
Además de los cinco vehículos prototipo E1, el proyecto también presentó 25 unidades convertidas de fabricación basadas en el BMW Serie 3. Entre 1992 y 1996, ocho ejemplares BMW 325 estaban en circulación en la isla de Rügen, en la costa báltica de Alemania, con el objetivo de probar varios modelos, transmisiones y baterías bajo condiciones de uso diario.
La prueba de campo produjo grandes cantidades de datos detallados, de los cuales se obtuvieron valiosas percepciones acerca del futuro desarrollo de la movilidad eléctrica. El proyecto concluyó con el BMW eléctrico en 1997.
A partir de esta fecha, el desarrollo y la investigación en BMW han sido una prioridad.
Fuente y fotos: BMW Press