Para muchas personas, la llegada de diciembre representa el inicio de una época del año en la que las celebraciones y festejos son recurrentes. Quienes vivimos en Quito empezamos el mes con las fiestas de fundación española de la ciudad, en las que no faltan los programas públicos y privados para conmemorar ese hecho trascendental.
Más adelante, la Navidad y el Año Nuevo invitan a reunirse y compartir con familiares y amigos, por ser festividades que promueven la unidad y la oportunidad de estrechar los vínculos afectivos.
No obstante, el verdadero sentido de la celebración muchas veces se pierde o se confunde con un excesivo consumo de alcohol que, sumado a la conducción, crea una peligrosa combinación cuyos resultados pueden ser fatales.
Lamentablemente, el Ecuador ocupa un poco honroso puesto estelar entre los países con más altos índices de fallecimientos por accidentes de tránsito, muchos de los cuales tienen su origen en el consumo de bebidas alcohólicas.
Toda persona adulta tiene la potestad de decidir si toma y en qué medida lo hace, pero ello implica la enorme responsabilidad de cuidar su propia integridad y la de los demás.