Esta pequeña población de la provincia de Morona Santiago merece ser conocida y disfrutada. Foto: Telmo Arévalo Cuesta
Ubicado 105 kilómetros al sur de Macas, capital de la provincia de Morona Santiago, Limón Indanza es un pueblo pequeño y muy pacífico. Enclavado en un estrecho valle rodeado de dos pequeñas cadenas montañosas, varias de sus casas cuelgan sobre el vacío que da al río Yunganza que lo cruza, lo cual da un aspecto muy llamativo al conjunto. Sus balcones disfrutan de una vista singular, con la carretera como telón de fondo.
Una simpática plaza central, rodeada de pequeños edificios y construcciones bonitas, está coronada por la iglesia de estilo moderno, construida en el costado más alto, en honor a la Virgen Guadalupana, su patrona.
Tiene árboles frondosos con flores de múltiples colores, jardineras y espacios verdes rodeados de rejas de hierro forjado, bancas de hierro y madera para proporcionar descanso a sus visitantes, y como monumento principal, la estatua del padre Francisco Mattana, evangelizador del sector, quien llegó desde la ciudad de Gualaquiza.
Las principales calles están adoquinadas, aunque todavía queda alguna, junto al centro, que está solamente lastrada. Se destaca la limpieza general del poblado, cuyos habitantes tienen ancestros azuayos y lojanos, que poco a poco llegaron y se quedaron a vivir atraídos por el agradable ambiente, la temperatura abrigada y la tranquilidad del entorno.
Hay tres carreteras para llegar a Limón Indanza, de las cuales la Troncal Amazónica o E45 es la principal. Esta inicia en el nororiente del país y atraviesa Baeza, Tena, Puyo y Macas. Desde el sur, en cambio, cruza Zamora, Yantzaza y Gualaquiza. Es nueva y pavimentada, aunque debido a las lluvias suelen haber deslizamientos de tierra que interrumpen el tráfico y exigen precaución al conducir.
La última opción llega desde Cuenca, exactamente desde el cantón Gualaceo, pero está en deplorable estado, lo cual ocasiona dificultades en el traslado de personas y mercaderías y, por lo tanto, no es la más recomendable.
Aparte del atractivo que proporciona la ciudad como tal, también cabe resaltar la hermosura de sus alrededores -de tipo selvático-, la amabilidad de sus habitantes y la sabrosa comida que se ofrece a los visitantes.
La oferta gastronómica y la sazón del lugar son una fusión de la cocina serrana con la amazónica, en la que se destacan, por ejemplo, el cuy con papas, las cascaritas (piel) de cerdo (como en Azuay), los llapingachos o tortillas de papa y los ayampacos de pollo o pescado. En el caso de este último, que es de río, se ofrece frito o al vapor y se sirve acompañado de yucas.
Entre las bebidas se destacan la chicha de chonta y la de yuca.