La iglesia principal de El Ángel, hecha en piedra, es una de las joyas arquitectónicas del Carchi.
Ahora que está de moda cruzar la frontera con Colombia para ir hasta Ipiales o Pasto a comprar diversos productos a menor precio, considero que puedo ayudar con un granito de arena a la pujante provincia del Carchi al invitar a los viajeros a conocer varios de sus atractivos.
Desde Quito, viajando en nuestros vehículos a velocidades legales y haciendo los respectivos altos para descansar o disfrutar de las alternativas que el trayecto nos ofrece hasta Tulcán, nos demoraremos alrededor de unas cinco horas.
La carretera está en muy buen estado, aunque todavía hay tramos de un solo carril por lado, lo cual exige que conduzcamos con precaución y mucha prudencia.
También hay que tomar en cuenta que desde el puente de El Juncal, en el valle del Chota, hasta la población de La Paz la vía se está ensanchando a cuatro carriles y, por lo tanto, deberemos ser más precavidos. En total son alrededor de 245 kilómetros de recorrido.
Y justamente en La Paz podemos empezar a hacer turismo en el Carchi, donde la famosa gruta del mismo nombre es un atractivo muy interesante para conocer. Se trata de una cueva inmensa y natural, donde se pueden observar estalactitas y estalagmitas, pequeñas aves y hasta murciélagos, y lo más importante, el santuario de la Virgen de La Paz en su interior.
La gruta de La Paz es un santuario que cada año es visitado por miles de fieles devotos.
Las pequeñas ciudades de San Gabriel y Julio Andrade también nos ofrecen interesantes motivos para conocerlas, ya que sus parques y plazas, hermosas e imponentes iglesias, edificios administrativos construidos sobre casonas coloniales, y las mismas casas de sus habitantes, sorprenden por su hermosa arquitectura.
No está de más visitar los mercados de estas poblaciones, donde la mezcla entre los productos naturales, la colorida vestimenta de sus vendedores, las artesanías locales y el bullicio de los oferentes y los compradores dan un toque característico y singular, muy atractivo.
Ya en Tulcán, la expansión y avance que ha experimentado la urbe en los últimos años resulta muy notoria. Urbanizaciones modernas, edificios y negocios de nueva factura han elevado el nivel de vida de una ciudad donde el comercio es su actividad principal.
Su plaza principal, muy grande y bien lograda, con la catedral y otros edificios importantes rodeando al monumento central, son motivo de orgullo de los tulcaneños. El teatro Lemarie, otros parques con sus piletas y monumentos, sus calles angostas al más puro estilo de nuestra serranía, la agradable atención de sus lugareños y la buena comida, harán que nos sintamos satisfechos de haber llegado hasta allí.
El cementerio constituye una de las mayores atracciones de Tulcán.
Como atractivo principal está el cementerio municipal José María Azael Franco Guerrero, donde es muy notable y llamativa la poda ornamental de los árboles y setos de ciprés, que ha sido reconocida a escala mundial por las espectaculares formas que da a estos.
Vale la pena pasear por sus andenerías y recovecos, disfrutando de esas obras de arte en medio de la paz que irradia un camposanto.
En cuanto a restaurantes y hoteles, como en todo lado, hay para todos los gustos y bolsillos. Asimismo, la comida es muy variada, pero se destaca especialmente el famoso hornado de Tulcán, muy apreciado a escala nacional.
Ahora, luego de haber disfrutado de aquella ciudad, podemos realizar el retorno por las poblaciones de El Ángel y Mira, y aprovechar para deleitarnos con los hermosos paisajes que los páramos de ese sector nos ofrecen. El Ángel es un pequeño poblado muy atractivo y pacífico, donde su iglesia principal, hecha en piedra, y su parque central adornado con figuras de animales, son dignos de conocer.
Y un poco más al sur está Mira, otra pequeña urbe con un clima más templado. El visitante recordará con alegría y entusiasmo el haber llegado hasta allí para disfrutar de su música y su danza, que son sus atractivos principales.