Las coronas de los girasoles comunes son de color amarillo y el corazón púrpura. Foto: Víctor Vizuete / EL COMERCIO
Los girasoles deben su nombre a que sus flores giran a lo largo del día siguiendo la posición del sol.
Hay otras plantas que tienen ese comportamiento, como las portulacas o las japonesas, las cuales se cierran cuando no reciben la luz.
El girasol es una planta anual (florece una vez por año) muy vigorosa, explica el jardinero Ramón Duicela. Tiene un tallo largo y grueso con una sola flor.
Existen algunas variedades de este género, la mayoría lograda por hibridación. Entre las más populares están el común, el King Kong, el anillo de fuego, el Moulin Rouge, el rubí eclipse, el ‘big smile’…
El girasol rojo es una variedad de girasol con mucho impacto visual. Foto: Víctor Vizuete / EL COMERCIO
Su cultivo se realiza mediante sus semillas. Es poco exigente en el tipo de suelo, aunque prefiere los arcillo-arenosos y ricos en materia orgánica, con buen drenaje.
No tolera los sustratos (suelos) con mucha salinidad. Cada planta debe estar a unos 80 cm de la otra para que alcance un buen desarrollo.
El potasio mejora la floración y regula el equilibrio de la planta.
Los girasoles no requieren de un suelo especial. Se desarrollan bien en sustratos arcillo-arenosos con buen drenaje.
La mayoría de las coronas (parte exterior) de los girasoles son de color amarillo brillante. También hay enanos (big smile). El anillo de fuego o rojo es otra de las variedades más atractivas. Su cabeza puede medir hasta 40 cm de diámetro. El Moulin Rouge tiene los pétalos de un rojo rubí encendido. La flor o cabeza se compone de numerosas flores pequeñas apiñadas (flósculos).
El rubí eclipse es una variedad que recuerda las puestas de sol. La profundidad de la siembra depende del tipo de suelo (+- de 5 a 9 cm).