Juan Diego González en el comedor de su vivienda, de 310 metros cuadrados. Fue construida hace un año. Foto: Galo Paguay/ CONSTRUIR
Juan Diego González, diseñador–constructor, es experto en transformar casas o departamentos de diferentes tamaños y años de uso en espacios contemporáneos, privilegiando, sobre todo, la luz natural y el contacto con la naturaleza.
Su casa de 310 metros cuadrados de construcción es una muestra de aquello. La vivienda en la que habita con su esposa e hija parte de una suite de 70 metros cuadrados.
Inicialmente, se la pensó como una casa de campo para escapar del ruido de la ciudad, sobre todo, los fines de semana. Ahora, ese espacio de ‘relax’ se emerge como una vivienda ejemplar en un costado de un espacio verde de 600 metros cuadrados.
González la construyó hace un año imponiendo toques de diseño y construcción personales. La puerta principal, por ejemplo, tiene forma de zigzag justo en el perfil que se ancla con el marco. Es de madera, al igual que las gradas flotantes que conducen desde el primer piso de la casa hasta la zona íntima de la familia. En esa planta hay dos dormitorios y un amplio vestidor.
Las gradas son visibles desde el exterior del área social de la casa gracias a los ventanales que desde adentro permiten disfrutar de la vegetación y la visita de pájaros de diversos tamaños y colores.
Ese recurso, precisamente, posibilita una integración entre los espacios que constituyen su casa. Cuando se abren los ventanales los visitantes puede desplazarse de un lugar a otro libremente. Cruzándolos, desde adentro hacia afuera, hay una zona para disfrutar del calor de una chimenea a gas o para preparar pan o pizza utilizando un horno fabricado con técnicas ancestrales.
El diseñador-constructor cuenta con un horno fabricado con técnicas ancestrales.
Ventanales similares abrazan el dormitorio máster, desde donde también se aprecia el jardín, rodeado de buganvillas con tonos vivos.
Allí también hay una mampara de vidrio que prácticamente pasa desapercibida, pero cuya función es brindar seguridad. Ese también es otro de los espacios preferidos por los miembros de la familia para disfrutar del aire fresco y del sonido que emiten los pájaros. Cuando llega la noche toma el control remoto y cierra las cortinas motorizadas.
El uso de color blanco y escala de grises es otro de los toques personales de González para crear ambientes actuales.
Todas las paredes de su casa lucen un blanco satinado. Se inclinó por ese tipo de pintura por facilidad de limpieza.
En el piso de la sala, comedor, cocina hay porcelanato, mientras que el área íntima se destaca el piso flotante. Ambos materiales lucen tonos grises.
En la planta baja las tres estancias principales se diferencian entre sí por detalles aplicados en el techo. En la sala hay lámparas cuadradas. En el área del comedor el techo luce una especie de gradas, mientras que en la cocina hay lámparas diseñadas con una estructura alargada-redonda que esconden los cables.
“Aquí hay una armonía visual y eso, precisamente, busco en mis obras”, cuenta González, constructor ecuatoriano.
El tono claro otorga una sensación de mayor amplitud a la casa.
Sobre los tonos neutros dice que funcionan como un lienzo en donde es posible colocar toques de color para destacar determinados puntos.
En su vivienda, por ejemplo, dos sillones de la sala lucen un tono azul oscuro. Sobre otro de color blanco reposan cinco cojines oscuros. Afuera, junto frente a la chimenea, hay mobiliario de color amarillo.
“Eso permite el uso del blanco y escala de grises. Además, los uso porque brindan una sensación de amplitud”.
Los mesones de la cocina, en cambio, son de cuarzo y también lucen tonos neutros, al igual que el único mueble que está ubicado entre el comedor y el baño social.