La terraza cuenta con una sala comunal, área BBQ y una vista privilegiada, desde el centro norte de Quito. Fotos: Diego Pallero / CONSTRUIR.
El juego de luz y sombra es la principal característica de Aura, un edificio con estructura de hormigón armado, que cuenta con 10 pisos y cuatro subsuelos, y que acoge a 47 departamentos y cuatro locales comerciales.
Este proyecto, de la arquitecta Gabriela Álvarez, está en el centro norte de Quito y es una muestra de que un diseño arquitectónico original puede asentarse manteniéndose cerca de la urbe.
En el interior y exterior del edificio se destacan materiales como el hormigón, el ladrillo y el bloque negro pigmentado, combinados con madera que, junto al diseño de luz, otorgan calidez a los espacios.
La arquitecta comenta que las paredes de madera, en contraste con el hormigón visto, crean un efecto de sobriedad a la arquitectura. “Los materiales tienen su propia esencia y esta se muestra por sí misma”.
Las luces indirectas resaltan el bloque de los corredores.
Las puertas altas son otra característica que estiliza la construcción, asegura. Aquello se nota desde el ingreso al edificio, donde una gran puerta da la bienvenida al hall.
Allí predomina un aire tenue, otorgado por la iluminación indirecta, que resalta los diferentes materiales presentes en el sitio.
Eso se conjuga con el ingreso de iluminación natural, diseñado especialmente a través de placas con perforaciones, que reflejan luz y sombra, en la sala de espera del hall.
Ese sitio conduce a una de las áreas comunales, en las que se encuentran el gimnasio y la piscina. Esos espacios se pensaron para actividades de dispersión y se caracterizan por un diseño jovial.
En los corredores de los pisos superiores es donde más se evidencia que se trata de una arquitectura inspirada en los elementos básicos de la fotografía y la cinematografía: la luz y la sombra.
En la planta baja de Aura están la piscina y el gimnasio.
Un paso acogedor se rodea de luces puntuales, que resaltan, por ejemplo, el bloque negro pigmentado de las paredes y los ingresos a cada departamento.
Álvarez indica que la intención fue generar áreas de circulación cálidas, gracias a la implementación de lámparas con luz tenue.
Sin embargo, lo que más se destaca y luce a la perfección en Aura es el detalle de pequeños elementos, que sugieren originalidad y funcionalidad.
Uno de esos es la numeración de los departamentos, que se diseñó con placas sobre las que cae la luz dirigida y se refleja en la pared.
Dentro de los departamentos, esos efectos también se destacan gracias a la implementación de acabados funcionales y estéticos.
En el hall se destacan la madera y el hormigón visto.
“Aura busca espacios limpios, que no sean pretenciosos. Así se logra una construcción que cuenta con su propia alma”, asegura la arquitecta.
En la terraza hay más espacios comunales. Para Álvarez, esos son uno de los mayores éxitos del edificio, pues allí reúnen sus habitantes.
“No se trata de espacios abandonados. Las familias los usan muy seguido para reuniones, entrenamientos y otras actividades. Por eso, su diseño también es importante: debe ser funcional y agradable para la estancia”.
Desde ese y cada espacio del edificio, se cuenta con una vista privilegiada de la ciudad, dada por esta propuesta de arquitectura joven.