Todos llegan a salvarlo con promesas, sonrisas y hasta besos, denostando al anterior. Yo he asistido a cientos de salvamentos y conocido a cien salvadores que hasta ahora no me salvan. Lo que hace el salvador es salvarse primero y al resto que lo salve el que viene que hará lo mismo. Ese es el pueblo burlado que quiere trabajar para vivir y para nada le interesa que llegue un denostado salvador que luego de salvarse con largueza por diez años, quiere seguirse salvando a costa de obstruir la salvación que el mismo fue delegando a ‘su’ salvador, que hasta aquí no salva a nadie, después de meditar seis meses en la forma de salvarnos. ¿Cuál Asamblea se salva: la de Esmeraldas o la de Guayaquil? ¿Y a quién le importa cual se salva si todos los ‘luchadores’ por quedarse con la plata son conocidos salvadores reincidentes en salvatajes? Por culpa de estos salvadores de sus poderosas faltriqueras es que el pueblo anda sin medio en el bolsillo y sin una mísera esperanza en un corazón que desfallece de tanto esperar a su salvador.