Ignoro lo que pasa pero, en los actuales momentos, intentar tomar un taxi se ha convertido en una verdadera pesadilla. Si llamas a una cooperativa, tienes que hacerlo reiteradamente por unas diez, quince y hasta veinte veces hasta lograr que alguna de ellas te conteste: “Lo siento señora, pero, al momento, no disponemos de unidades”. Si esperas en la calle debes permanecer entre 20, 40 minutos y hasta una hora para conseguir una unidad que te transporte a tu destino, pues todos pasan ocupados y los que están vacíos van a atender alguna llamada. Sinceramente no entiendo con qué finalidad se pintaron estos vehículos de diferente color, se establecieron parámetros y absurdas clasificaciones, requisitos y condicionamientos, seguramente con el ánimo de obtener mayores réditos económicos; sin que el resignado pasajero entienda el significado de estos “colores” y, menos aún, para qué están destinados, pues lo único que quiere es conseguir un medio que lo transporte de un lugar a otro con seguridad y premura.
Sugiero, además, que a la par que se obliga a la colocación de los taxímetros se obligue también a colocar luces (verde y roja) en la parte superior de los vehículos para poder divisar si el taxi está o no libre y no ponerse a “aletear” hasta que el brazo se le acalambre, en su intento por lograr que algún comedido lo lleve.
La verdad, señor Alcalde, este no es el Quito que queremos. Por favor trate de dar solución inmediata a estos acuciantes problemas por los que atraviesa la comunidad quiteña que, de por sí, se encuentra agobiada y molesta debido al caótico tráfico vehicular.