Claro que el miedo tiene graves efectos negativos en las personas, en los ciudadanos, en las comunidades, en las naciones. El miedo es el más recurrente factor de división al servicio de los tiranos, ningún tirano gobierna en virtud del amor de sus súbditos, por contrario, el temor multitudinario les vuelve audaces, cínicos e intolerantes, a la vez que protectores de las más altas impunidades.
Claro que, para consolidar el temor reverencial de quienes osan creer en libertad, conjugan el verbo escarmentar en presente de indignidad, como demostración de que no tienen límites morales ni éticos. El miedo es, en definitiva, el maná de los opresores.