Ante un robo, fui a solicitar ayuda en el flamante UPC de Tisaleo (Tungurahua). En las instalaciones modernas y limpias había dos policías que no sabían ni cómo se enciende una computadora, peor se ubicaban en el mapa del cantón.
El patrullero dijeron que estaba en mantenimiento, en su lugar estaba bajo la sombra de una carpa que dice Policía Nacional, un flamante taxi.
Así son las UPC de los pueblos: modernas construcciones, falta de patrulleros, policías quemeimportistas y delitos que aumentan en cantidades astronómicas.
Tanto el Ministro del Interior como el Presidente de la República tienen buenas intenciones, pero algunos policías siguen acostumbrados a su vida aletargada anterior. Si ellos ganan buen sueldo, tienen las armas, entonces nosotros como sociedad civil debemos pedir resultados y acciones que frenen la delincuencia. Exijamos más de los policías, no es bueno que con nuestro dinero atiendan mal y abusen de los recursos del Estado.