Llámese así al cableado telaraña del fluido eléctrico y al nuevo organismo eco-ambientalista del Sistema de Rentas Improcedentes, respectivamente.
Hace unos días salió en escena pública una prohibida riña de gallos entre el señor Ministro del Consejo Nacional de Electricidad y un señor asambleísta en un cuadrilátero de toma y daca; el uno en contra del pueblo y el otro a favor del pueblo, separados por una mesa por si acaso; el primero un gallo peso pesado con pico de mucho poder, espuelas metálicas puntiagudas, el otro peso pluma con pico recortado y espuelas romas de plástico biodegradables. El Ministro toma la iniciativa y con la Ley del menor esfuerzo electrifica a su contendor, desprecia los millones de dólares del contrabando eléctrico que se logra mediante el tendido de tallarines por parte de corruptos.
Y si al verde limón se refiere, observamos que el SRI, con buenos auspicios y procedimientos iniciales, de cobrar a los que no pagan impuesto, sorpresivamente cambia de color y se propone sobrepasar el 50%, con impuestos, del Presupuesto General del Estado, desconociendo que la contaminación ambiental, en relación a los automotores, es inversamente proporcional al vehículo: más nuevo menos contaminación, más viejo más contaminación.
No debe existir la Ley del menor esfuerzo, para estos casos, hay que impulsar la lucha contra el contrabando y potenciar el control de la evasión tributaria como viene haciendo el SRI.