El Test Psicométrico se ha vuelto una “sospecha” o “cruda realidad” entre los empleados públicos, por tal motivo muchos ya han tenido que renunciar porque aparentemente sus “personalidad, orientación y competencia” no correspondiera a la función que han desempeñando desde hace muchos años con dedicación y experiencia bien fundamentada, además del currículo que los avala, habiendo sido comprobadas sus capacidades de acuerdo a sus años de servicio y trabajo efectivo al frente de las funciones públicas específicas a ellos encomendados y teniendo que recibir de liquidación una irrisoria suma de dinero que no les garantiza para nada su futuro porvenir.
La “sospecha” dónde estará se preguntará, o será que ellos ya sabían lo que se venía y fueron obligados a este Test para cumplir, o será que los interés personales de los unos siguen prevaleciendo sobre los demás, o es pura especulación si sabían de antemano que tenían que partir de manera obligatoria, por “ ironía política”.