En pocas palabras… soy un conductor acelerado, disfruto la velocidad y el avanzar rápida e ingeniosamente a través del tráfico, cuando hay oportunidad pongo a prueba el motor llegando al máximo posible. Pero… en los últimos días acompaño a mi esposa en su auto hasta que haga experiencia y maneje sola, créanme que esto ha cambiado mi forma de ver las calles, no sabemos quiénes conducen los autos que nos parecen obstáculos, son abuelas, madres, hermanas, esposas o caballeros de edad avanzada que, admitámoslo, no están en competencia como nosotros hábiles corredores, haciendo luces, pitándoles, presionándoles… lo único que conseguiremos es ponerles nerviosos y Dios no quiera causar un accidente. Relajémonos, siendo superveloces talvez nos ahorremos 15 minutos, pero pensemos que los demás no tienen nuestros reflejos ni les interesa demostrar la potencia de sus vehículos. Demos paso, mantengamos distancia y qué importa que los vivos se colen o los buseros se aprovechen. Si conducimos tranquilos salvamos vidas, literalmente.