Pese a los esfuerzos del presidente Correa por reelegir al alcalde Barrera, no lo logró. Su frustración debe ser inmensa, pues no está acostumbrado a recibir reveses electorales y menos en “sus reductos”.
Pero así es la ruleta de la democracia y un verdadero estadista asimila las derrotas así como los triunfos con dignidad y, con humildad escucha y respeta la voz del pueblo soberano expresada en las urnas.
Quizás Barrera hubiera ganado si tan sólo Correa no lo hubiera eclipsado con su poderosa figura. En su afán tan exagerado, a veces reñido con la ley y la ética, por reelegir a Barrera mediante una campaña que nos acechó sin piedad con cadenas, cartas suplicantes, chantajes y amenazas sin sentido, Correa no sólo que le “dio ganando” votos a Rodas, sino que destruyó la carrera política de Barrera. También él y su partido salieron golpeados en Quito. Es que al imponer su presencia como si fuera el candidato, Correa “de ganita” logró que los quiteños le digan NO a su “Proyecto” sin temor a que se castigue a la capital escatimándole fondos y colaboración con el nuevo Alcalde. Aquello Quito no perdonaría.