Hay que admitirlo, Riobamba no es la ciudad de las primicias, sino una ciudad de ideas inconclusas. Hoy es el momento de aceptar que debemos abrazar los procesos, caer y levantarnos en el camino. Perseverar. La historia nos cuenta cosas maravillosas, sobre todo el valor de la tierra. Sino cómo explicar tantas guerras y tratados de paz en tantos lugares del mundo. Una ciudad no se inventa por casualidad, los urbanistas lo sabrán explicar de mejor manera. Nosotros somos ese ejemplo. El reto, para los riobambeños, es bajarnos de la nube tecnológica, dejar la indiferencia social y política, y abrazar la tierra, no en un sentido patriótico, más en un aspecto amplio, para analizar diversos temas: movilidad urbana, patrimonio cultural, agroecología, salud, educación, ciencia e innovación, seguridad, emprendimientos, nuevas economías y tecnologías. Direccionar nuestras ideas hacia la sostenibilidad de la vida. Ideas creativas que iluminen nuestro camino hacia los próximos 50 años. El problema de Riobamba no es solamente la falta de memoria, sino la escasa planificación y orden.
Ya no vivimos en un pueblo, debemos pensar como una ciudad, inteligente y creativa. Aprender de Medellín, quienes revertieron su pasado desgraciado en un presente esperanzador. Los malos nos recuerdan el pasado, los buenos fortalecen la historia.