Llamar triunfo o victoria del pueblo ecuatoriano a la aprobación de las reformas a la Constitución por parte de 99 asambleístas gobiernistas, noticia que circula por los medios de comunicación de los países del mundo, constituye una vergüenza.
De ninguna manera deben ufanarse los gobernantes, cuando constituye un acto de hecho, no de derecho, a espaldas de la mayoría de ciudadanos que, según las encuestas, superaban el 80% que deseaba pronunciarse en las urnas sobre tales reformas. Hipócritamente se dice que estas han sido socializadas o consensuadas con el pueblo en todas las provincias. En realidad, se reunían entre los mismos de AP para el supuesto diálogo, sin escuchar el clamor popular que decía No a las reformas. Sí, debe dar vergüenza porque se hace lo mismo que ellos criticaban a los gobiernos anteriores, cuando para aprobar tales reformas solo con la presencia de sus allegados que llegaron de todos los confines del país, militarizaron y cercaron la zona del Palacio Legislativo, impidiendo el acceso del pueblo quiteño que se oponía masivamente a tales reformas. ¿Puede llamarse a esto victoria, a esto que se hace contra la voluntad mayoritaria del pueblo? ¡Qué vergüenza!