Esculapio, el dios griego de la Medicina, entre otras cosas dice: “…No cuentes con agradecimientos, cuando el enfermo sana es debida a su robustez, si muere, tú eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro te trata como un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos, no bien está en convalecencia, ya le estorbas y cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te denigra…”.
En toda época ha existido este mal agradecimiento, pero esa es la vida. La nueva Ley que está por aprobarse en la Asamblea Constituyente es un atentado hacia la más excelsa de las profesiones: la Medicina. En las manos de un médico, en su inteligencia, en sus conocimientos, en su habilidad está la vida humana, cuando entra a un quirófano su única misión, su anhelo es solucionar el problema de su paciente, en ningún momento piensa en matarle, pero hay imprevistos, casos fortuitos, como un infarto masivo que no da tiempo a nada, que está fuera de su alcance, en otros casos es la vejez que ya no acepta ningún tipo de medicamentos, o una enfermedad crónica/ terminal que se agrava de la noche a la mañana, ¿tienen estos médicos alguna culpa?, ¿se les puede enjuiciar?, ¿meter a la cárcel?, ¿cancelar su licencia profesional?, ¿cobrarles multas?, ¿es decir acabarles la vida? Entendamos que ellos no son dioses, cumplieron el juramento de Hipócrates y Galeno, de ahí la importancia de tener verdadera vocación para elegir esta profesión.
En los casos de mala práctica médica por x razones se debe aplicar una ley con justicia social para ambas partes.
Pero… por más tropiezos que encuentren en su camino, el llegar a ser médico siempre será el honor más grande en sus vidas, un premio bien merecido a su inteligencia, el orgullo de ostentar ese título, será el anhelo cumplido, será la meta lograda .