En el proceso de ampliación de las carreteras, voy a referir un hecho curioso. Se trata de un puente peatonal que atraviesa la vía E-35 (sorprende también la nomenclatura), en el tramo comprendido entre el barrio San Francisco de Alpahuma, de la parroquia Alangasí del cantón Quito, y ningún otro poblado.
A 2 km de este lugar, el flujo de automóviles en la entrada y salida de Alangasí es abundante, debido a los nexos comerciales, laborales y hasta familiares con poblaciones como Píntag. Pero no existen semáforo ni un puente peatonal a esta altura.
En la intersección de la calle de salida del barrio de Alpahuma, en cambio, hay un semáforo y se construyó hace poco un puente peatonal que lleva directamente al complejo de la zona de tolerancia del sector. El acceso directo de Alangasí a Píntag requiere la apertura del cruce para automóviles con un semáforo y un puente peatonal, ya que al no existir la comunicación antes fluida, se ha interrumpido la normal convivencia entre estos pueblos y el encarecimiento del transporte. Cabe preguntar a las autoridades parroquiales, cuáles han sido sus motivaciones.